Alquilando una mamá
Capítulo 23

Capítulo 23:

Una vez afuera, Amanda se reclinó en una silla mientras Dylan se iba a la cocina. La chica observaba cómo Lucy jugaba en el agua, sin darse cuenta de que Anthony la miraba con una expresión seria en el rostro. Geoffrey vio a su hijo y salió de la piscina para sentarse junto a él.

“¿Qué era esa botella rota que estaba en la sala? Había dos copas y una botella rota” preguntó su padre.

“Lo siento, papá. Me tropecé y la rompí por accidente”.

“¿Me lo dices en serio, Anthony?” Arqueó una ceja.

“Padre, por favor” suspiró el joven, masajeándose la sien.

“Hijo, de nada te sirve estar de tan mal humor si no haces algo al respecto. Es absurdo odiar a tu primo porque la está pasando bien. Ni eso haces y quieres que él se aburra y se mantenga lejos, como si Amanda fuera tuya”.

“Yo no dije nada. No sé de qué hablas”.

“Precisamente. No dijiste nada, pero la actitud que tienes habla por ti. Estás aquí sentado con los puños cerrados, la cara fea, la ira creciéndote por dentro, y todo eso porque tu primo se le acerca”.

“No digas tonterías”.

“¿Cuántas veces intentaste acercarte a ella?” Lo increpó.

“Eso no va a pasar. Ayer seguí tu consejo y fue el peor error que pude haber cometido”.

“¿Qué pasó?”

“La besé y ella me dijo que lo olvidara, que había sido un error y que no iba a volver a pasar” murmuró irritado.

“Una mujer como ella no se va a enamorar de ti por un beso, hijo. Hay mujeres que les gusta ese tipo de atención y les atrae tu físico, pero otras prefieren algo distinto y se interesan por tu corazón” explicó su padre con tono considerado”. Para conquistarla, hay que tener paciencia, tratarla bien y con cariño, sin pensar que los besos y el se%o harán que se enamore de ti”.

“¿Y quién dijo que quiero que ella se enamore?”

“Está bien. ¿Sabes qué? Me rindo. Mejor que se quede con Dylan. Quién sabe, tal vez cambie por ella y haga más ejercicio”.

“Mi primo nunca cambiará y ella no se involucrará con él.

“Si queda en manos de tu madre y mías, él y Amanda terminarán juntos” advirtió Geoffrey, pues podían ser muy astutos e insistentes cuando se lo proponían”.

“Hace unos segundos estabas alentándome con consejos ¿Y ahora la quieres con Dylan?” El joven no lo podía creer.

“No sirve de nada dar consejos al que no quiere. Mejor Dylan que sí la quiere y corre detrás”.

Tras decir eso, se levantó y entró de nuevo al agua. Anthony tomó un sorbo de whisky mientras miraba a la pareja: su primo le estaba poniendo protector solar en la espalda a la joven, que estaba sentada, hablaban y sonreían todo el tiempo. De verdad parecían un par de tortolitos. Lleno de frustraciones, Anthony se zambulló en la piscina para intentar refrescarse.

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