Alquilando una mamá
Capítulo 228

Capítulo 228:

Pasaron unas horas y Amanda seguía durmiendo. La obstetra fue dos veces a la habitación para hacerle ecografías y examinarla y todo seguía estable. Anthony no se movía de su lado y le hablaba todo el tiempo a la barriga pidiéndole al bebé que tuviera fuerzas. Sabrina estaba devastada al verlos así. Era un momento difícil para todos; Geoffrey también intentaba ser fuerte, pero a veces terminaba llorando.

Amanda ya tenía un poco de panza, y Anthony le pasaba la mano por la parte que había crecido, sonriendo y llorando al mismo tiempo. Pasaron las horas y llegó el anochecer. Anthony no quiso comer nada. Cuando llegaron las enfermeras, Amanda se despertó.

“Disculpen, vinimos a cambiar las vendas y a limpiar las heridas”.

“Bien, salgamos un rato, ¿Vienes hijo?” intervino Sabrina.

“No, me quedo” respondió Anthony.

“Está bien”.

Las enfermeras se acercaron a Amanda y la ayudaron a sentarse y a quitarse la ropa. Al ver a Amanda desnuda, Anthony miró hacia la puerta preocupado de que alguien pudiera entrar. Para evitarlo, la cerró con llave. Mientras las enfermeras revisaban las lesiones de su espalda, él la sostuvo, manteniéndola sentada.

“¿Te duele?” le preguntó.

“No”.

“No deberías haber intentado escapar, amor, estás toda lastimada; ¿En ningún momento pensaste que podía tener un arma?”

“Lo siento”.

“Está bien”.

“Dijo que me iba a separar de ti como tú lo separaste de Ruby”.

“Nadie te alejará de mí, nunca”.

“Gracias por salvarme”.

“Olvídalo, ya pasó. Ahora tienes que recuperarte y dejar de pensar en eso”.

“Puede volver a acostarse. Cambiaremos el suero, ¿De acuerdo?” interrumpió la enfermera.

“Está bien” respondió Amanda.

“Y le traeremos algo de comer”.

“Bien, ¿Pueden llevárselo a él también?”

“Por supuesto”.

“No tengo hambre” la contradijo Anthony.

“Tienes que comer; no has comido nada y los dos tenemos que estar fuertes”.

Las enfermeras le pusieron otro suero y se fueron. Al poco tiempo llegó la cena: la de Amanda era más sana y la de Anthony era una cena normal. Sabrina y Geoffrey habían regresado a la habitación, pero luego terminó el horario de visitas y tuvieron que irse; además, Lucy también los necesitaba, ya que Anthony se iba a quedar con Amanda en el hospital.

Amanda pasó una buena noche, sin sangrado ni dolor. La obstetra y el Doctor William iban a menudo a verla y todo estaba bien. Anthony siempre se mostraba preocupado, pero la respuesta era la misma: que ella estaba estable.

Al día siguiente, Amanda despertó un poco descompuesta. Le ardían los rasguños y se sentía mal. Anthony despertó justo a tiempo y fue hacia ella, que le señaló algo sobre la mesa; él se lo alcanzó en el momento exacto para que pudiera vomitar. Luego llamó a la doctora para que la examinara y esta les dijo que solo eran náuseas. La obstetra llegó y le hizo una nueva ecografía.

“Estás mucho mejor. Pasaste bien la noche, si sigues así todo el día de hoy ya podremos descartar un aborto. Pasadas 24 horas ya disminuye el riesgo” le informó.

“Eso es bueno. Todo va a salir bien” respondió Amanda.

“¿Tienes algún síntoma?”

“Náuseas”.

“Te daré un medicamento. Tu cuerpo está respondiendo bien a los remedios; este bebé es muy fuerte y sus padres lo son aún más”.

“Él es el que nos da fuerzas” dijo Anthony.

“Sigan así y todo estará bien. Voy a ordenar su desayuno”. La obstetra se fue. Anthony fue al baño y luego regresó a la cama para estar con Amanda.

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