Alquilando una mamá
Capítulo 138

Capítulo 138:

Amanda y Cindy se quedaron hablando hasta el amanecer. Luego decidieron irse a acostar, así que Cindy preparó un té para su amiga y fue a su habitación, pero, al cabo de un rato, la joven abrió la puerta y entró.

“¿Puedo dormir contigo?” le preguntó.

“Claro que puedes, ven aquí” dijo dándole unas palmadas a la cama.

Amanda se acostó a su lado y se abrazaron. Cuando Cindy vio que la chica se había dormido, cerró los ojos.

Anthony, por su parte, se pasó la noche dando vueltas de un lado a otro sin poder dormir. Abrió su conversación con Amanda en el teléfono, pero ella lo había bloqueado, así que no podía enviarle un mensaje.

Se puso a mirar las fotografías que tenían juntos y apoyó el teléfono iluminado sobre su almohada, con una imagen de Amanda sonriendo. Se abrazó a las sábanas y trató de dormir. Al día siguiente, se despertó tarde, se aseó y bajó a la sala. Sus padres estaban allí hablando y se detuvieron cuando lo vieron llegar.

“¿Dónde está Lucy?” preguntó Anthony.

“Buenos días, hijo. Tu padre y yo la llevamos a la escuela”.

“¿Ella no se quejó?”

“Sí, estuvo preguntando mucho por Amanda, pero le dije que estaba comprando su vestido para la boda y se tranquilizó”.

“Ni siquiera sé si habrá boda”.

“Claro que la habrá, podrás hablar con ella y arreglarlo” dijo Geoffrey.

“Si tan solo quisiera hablar conmigo”.

“Ten paciencia. Anthony, volviendo al tema de ayer, creo que Amanda tiene que saber que esa mujer ha vuelto” opinó Sabrina.

“No, no querrá casarse conmigo si lo sabe”.

“¿Quieres casarte con una mentira de por medio? Ella es madura como para entenderlo, hijo. Se quedará a tu lado porque nada cambiará entre ustedes. Pero, si se lo ocultas, se enojará”.

“Está bien, lo pensaré”.

“Ven a tomar un café”.

“No, tengo el estómago revuelto”.

“Tienes que comer, si no, ¿Cómo vas a conseguir hablar con ella estando débil?” preguntó Geoffrey.

“No quiero”.

“Eres muy terco, come algo y luego iremos a la casa de su amiga. Yo trataré de ayudarte” dijo su padre.

“¿De veras? Pero Cindy no te dejará entrar”.

“Eso no lo sabemos todavía”.

“Si la conocieras, tendrías miedo de ir allí. Esa mujer está loca, cumple con todo lo que dice y más”.

“Eso está por verse.

Anthony finalmente accedió y comenzó a desayunar apurado. Geoffrey lo esperó en la sala y luego fueron juntos a la casa de Cindy. En el camino, el señor trató de calmar a su hijo. Al llegar, tocaron el timbre y, al cabo de unos minutos, la chica contestó y los miró con el ceño fruncido.

“¿Otra vez aquí? ¿Y trajiste a tu papá?”

“No me voy a quedar escuchando tus agravios” dijo Anthony y se fue al coche.

Su padre se quedó ahí mientras la chica le echaba una mirada desafiante. Tragó saliva.

“El asunto es serio, Cindy. Nada más te pido que lo dejes hablar con Amanda. Pueden hacerlo aquí mismo, serán solo cinco minutos”.

“Lo único que le faltó hacer a su hijo es pegarle, ¿Y viene a defenderlo?”

“Lo hago porque no quiero que terminen así. Necesitan conversar”.

“¿Sabía que tiene un brazo morado? ¿Sabía que él podría ir a la cárcel?”

“Lo sé, cometió un grave error. Perdió la cabeza, pero te pido que, si no quieres que lo haga él, al menos déjame que hable con ella”.

“Le doy cinco minutos y entra usted solo”.

“Te lo agradezco”.

Cindy se corrió para dejarlo pasar. Anthony bajó del auto esperanzado, pero ella cerró la puerta clavándole la mirada.

Geoffrey tomó asiento en el sofá y la chica fue a llamar a su amiga, que aún estaba acostada pero despierta.

“Tienes visitas. Sé que no quieres ver a nadie, pero creo que será bueno que hables con él”.

“No quiero ver a Anthony. No pienso salir, me prometiste que no lo dejarías pasar”.

“Tranquila, no es él, Geoffrey está aquí”.

“¿Qué quiere?”

“No lo sé, pero dijo que era algo serio”.

“De acuerdo, hablaré con él. ¿Le pasó algo a Lucy?”

“No lo creo, me hubiera dicho algo si fuera así”.

Amanda se vistió y fue a la sala; Geoffrey se puso de pie al verla y la abrazó. Ella se sentó a su lado y él pudo ver cómo tenía el brazo.

Le hizo una caricia muy suave sobre la herida y ella bajó la cabeza.

“Lo siento. Lamento no haber llegado a tiempo para evitarlo” dijo él, apenado.

“¿Quería hablar conmigo?”

“Anthony está afuera y muere por hablar contigo. Está muy triste y arrepentido”.

“¿Eso era lo que quería? Lo siento, pero no quiero saber cómo está su hijo.

“No se trata de eso, Amanda. Tienen que aclarar algunas cosas y es él a quien le corresponde decírtelas. Pero, si no quieres escucharlo, entonces lo sabrás por mí: su exmujer está en el país. Esa es la razón por la cual reaccionó así, está aterrado de que ella intente acercarse a Lucy o de que le haga daño. Desde que ella los abandonó, él nunca le permitió salir de la casa por ese motivo. No es que no confíe en ti, es que quiere cuidarla”.

Amanda miró al piso atónita y luego volvió a mirar a su suegro.

Él percibió la confusión en su mirada y se imaginó lo difícil que debía ser todo eso para ella.

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