Alquilando una mamá -
Capítulo 133
Capítulo 133:
Sabrina eligió un vestido y, cuando se lo probó, se enamoró de él, realmente era muy bonito. Lo dejó separado para que le hicieran algunos ajustes y Cindy fue a buscar el suyo. En cuanto se lo probó, le quedaba perfecto y ni siquiera necesitaba arreglos. Amanda eligió tres opciones para Lucy, pues tenían sus medidas, pero no sabía cuál elegir.
Con la ayuda de las demás, definieron uno y lo apartaron. Una vez que tuvieron todo listo, se fueron y Sabrina condujo a un salón para concertar una cita. Después de mucha insistencia, Cindy aceptó ir a la casa de Amanda, pero, en el camino, se le ocurrió algo y puso una dirección en el GPS. Era un lugar para que fueran a celebrar.
Anthony salió con su padre a buscar el traje, lo que les tomó toda la tarde. Ken los encontró en la tienda porque también tenía que elegir el suyo, ya que iba a ser el padrino. Anthony finalmente se decidió por el más caro y elegante y, después, fueron a comprar los zapatos.
De regreso a la casa, Ken reconoció a Cindy en un bar, así que estacionaron el coche y se bajaron a saludar a las mujeres, pero estaban tan emocionadas hablando que no los vieron hasta que él no carraspeó.
“Hola, amor. No te vimos entrar” dijo Amanda.
“Parece que la charla está interesante” comentó él.
“¿Estás bebiendo a esta hora?” le preguntó Geoffrey a su esposa.
“Cariño, después de tantos años, ¿Te preocupa recién ahora?”
“Solo decía” se defendió él.
“Hola, hermosa dama” saludó Ken a Cindy.
Hablaron con una sonrisa incómoda y no sabían qué decir. Parecía que ellas tramaban algo malo y que las habían encontrado con las manos en la masa. Miraron los tragos en la mesa y las sospechas se volvieron más fuertes.
“¿Es hora de estar bebiendo? Incluso tú, mamá” cuestionó Anthony.
“¿Incluso yo, qué? ¿Acaso no puedo beber ni salir debido a mi edad?”
“Es que nos parece raro, nunca has hecho eso” acotó Geoffrey.
“Pero hoy lo quise hacer. No estoy muerta todavía y quiero divertirme en vida”.
“Eso es todo” dijo Amanda.
“Muy bien dicho” apoyó Cindy.
“Apuesto a que fue tu idea” la acusó Ken.
“Así es, se me ocurrió a mí, pero ellas aceptaron”.
“No estamos haciendo nada extraño, ¿Qué son esas caras largas? Solo estamos hablando y tomando unos tragos, ni que se hubiera muerto alguien” comentó Amanda.
“Ya estás hablando de más” dijo Anthony.
“Para nada, digo la verdad”.
“Aburridos” dijeron las tres al unísono y se echaron a reír.
Los hombres continuaron amargados y fueron a pagar la cuenta, así que ellas se levantaron molestas y subieron al coche. Sabrina manejaba primera y Anthony la seguía con su vehículo, pero ella aceleró de más por la adrenalina y un agente de tráfico las hizo detenerse.
Los chicos también frenaron y ya se imaginaron el problema que iban a tener. El policía le pidió los documentos y le dijo a la señora que soplara el alcoholímetro. Era evidente que estaba ebria. Le pusieron una multa y los chicos se acercaron a hablar con el oficial, pero no lograron nada.
Cuando llegaron a la casa, las chicas fueron a tirarse al sofá, y ellos fueron a sentarse frente a ellas, furiosos.
“La que debería dar el ejemplo es la que peor se comporta” dijo Geoffrey mientras caminaba de un lado a otro.
“Es de no creer” comentó Anthony.
“Iban a salir a probarse vestidos y las vemos en un bar, ¿Esa era la tienda?” preguntó Ken.
“Nosotros estábamos organizando todo para la boda, ¿Y ustedes bebiendo?”
“Imagínate qué hubiera pasado si Ken no las veía” dijo Geoffrey.
“¿Terminaron? Sí, fuimos a la tienda, ¿De acuerdo? Anthony, no hables de organización porque ya está todo listo. Suegro, Sabrina sí que es un ejemplo, es una mujer maravillosa. Ustedes exageraron, y que estemos comprometidos no significa que no podamos salir a divertirnos”.
“¿Alguien los traicionó? ¿Acaso nos escapamos? ¿Les faltamos el respeto? No hicimos nada malo” dijo Cindy.
“Lo que faltaba. Somos adultas y nunca les fallamos en nada. ¿Cuántas veces han hecho algo así ustedes? Ahora, discúlpenos” dijo Sabrina con firmeza.
Las chicas se levantaron y fueron al patio aguantándose la risa, ya lejos de ellos, se echaron a reír y se sentaron cerca de la piscina, mientras los hombres seguían enojados en la sala.
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