Capítulo 979:

Luego, la colocaron en la mesa de operaciones.

Tras una espera considerable, nacieron los bebés.

El llanto de los recién nacidos sobresaltó a Raegan. Abrió los ojos y vio dos cabecitas peludas, adorables, con rasgos de los apuestos rasgos de Mitchel, claramente destinadas a ser rompecorazones.

Raegan se llenó de alegría. La puerta del quirófano se abrió y Janey irrumpió alegremente. «¡Mami, quiero ver a mis hermanitos!».

Landen sujetó a Janey con suavidad, advirtiéndole en voz baja: «Tranquila, cariño. No despiertes a tus hermanos…».

Janey miró a los pequeños bultos de la cuna y aplaudió emocionada. «¡Qué monos! Qué monos son mis hermanos!».

Erick se rió y bromeó: «Janey, ¿qué te parece si me llevo a tus hermanos a casa un par de días?».

«¡Ni hablar!» Janey se cruzó de brazos y fingió ser severa.

«Erick, ¿no puedes dar a luz a tu propio bebé?».

Erick estalló en carcajadas. «Yo directamente no puedo parir bebés…».

Janey, aún cruzada de brazos, desconcertada, preguntó: «Mamá puede tener bebés. ¿Por qué tú no puedes? ¿No eres humano?».

Erick se quedó sin habla.

La sala estalló en carcajadas ante sus inocentes palabras.

Raegan, llena de amor, observó la alegre escena que tenía ante sí, pero sintió que algo iba mal. Se volvió hacia Janey y le preguntó: «Janey, ¿dónde está tu papá?».

Janey miró a Raegan, confusa. «Mamá, ¿de qué estás hablando?».

Raegan se quedó atónita. Rápidamente añadió: «Tu papá. ¿No estaba fuera? Por favor, ve a llamarle».

Una oleada de decepción invadió a Raegan. Había esperado que Mitchel fuera el primero en ver a sus recién nacidos, sus hijos.

Sin embargo, la confusión de Janey aumentó. «Mamá, no hay papá. Nunca he tenido papá».

El shock recorrió a Raegan. Nunca había… ¿Cómo podía ser?

Se volvió hacia Landen con urgencia. «Papá, ¿has visto a Mitchel? Estaba fuera. ¿Podrías llamarle de mi parte?»

La voz de Landen era suave pero firme. «Raegan, ¿no habíamos acordado no mencionarle delante de los niños?».

Raegan, desconcertada y frustrada, cuestionó: «¿Por qué no podemos mencionarlo?».

No entendía por qué había que evitar mencionar el nombre de Mitchel. Era el padre biológico de los niños, su marido. ¿Por qué su nombre debía ser tabú? Tenía un papel en la vida de sus hijos y, hacía poco, la había consolado con tanta ternura. ¿Cómo había podido desaparecer?

Volviéndose hacia Erick con mirada suplicante, Raegan le suplicó: «Erick, ¿puedes ir a llamarlo por mí?».

Erick guardó silencio un momento y luego preguntó: «Raegan, ¿dónde esperas que lo encuentre?».

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