Capítulo 971:

Para apresar a Lorenzo, Mitchel se había preparado meticulosamente. No fue tan al azar como parecía. Incluso si Katie no hubiera matado a Lorenzo hoy, Lorenzo habría sido capturado.

Pero dada la naturaleza de Lorenzo, habría luchado hasta la muerte para evitar ser capturado, ya que era infame por su estilo de lucha temerario y desesperado.

Durante el enfrentamiento con las fuerzas especiales, la situación caería definitivamente en el caos. Su aproximación requería cautela, y cualquier intento de capturar a Lorenzo probablemente provocaría bajas inesperadas.

Ahora, las cosas se calmaron, con sólo Lorenzo pereciendo y sin pérdidas adicionales.

«¿Cambiaste las armas?» Los ojos de Katie se desviaron, buscando claridad.

La razón por la que había disparado a Mitchel sin dudarlo era su traición. La había abandonado para que se enfrentara sola a Lorenzo, dejándola completamente desamparada… ¡El odio que albergaba hacia él era profundo!

La había entregado en manos de ese demonio. Ansiaba venganza, desgarrar su carne y roer sus huesos.

Pero ahora, al enterarse de que Mitchel había manipulado el arma de fuego de Lorenzo, a Katie se le iluminó la mente. Una leve sonrisa se dibujó en su semblante aún aterrador, reflejándose en sus ojos.

«Mitchel, ¿aún albergas sentimientos por mí?».

Este enigmático comentario hizo que Mitchel arrugara ligeramente la frente, claramente desconcertado por su afirmación.

Sin embargo, Katie soltó una risita alegre. «Aunque me dejaste con Lorenzo, te preocupaba en secreto que pudiera hacerme daño, así que disimuladamente cambiaste su pistola para protegerme…».

Mitchel se quedó sin habla. Apretó los labios, realmente sorprendido por su malentendido, incapaz de responder.

Raegan estaba igualmente sorprendida. Parecía que Katie estaba delirando de verdad. Cualquier persona racional podría ver que no era así.

Sin embargo, Katie seguía perdida en su mundo delirante, riendo aún más alegremente.

«Mitchel, yo… te perdono. Aunque me abandonaste por esta mujer, no estoy disgustada. Estoy dispuesta a compartirte con ella. Siguiendo adelante, nosotros… Podríamos hacer turnos para tenerte. Lunes, miércoles, viernes para ti y ella, y martes, jueves, sábado para ti y para mí. ¿Qué te parece?» propuso Katie con sorpresa.

Mitchel frunció el ceño. «¿Estás loca? ¿Cuándo te he protegido yo?».

En su persistente estado de ensoñación, Katie se negó a despertar, insistiendo con vehemencia: «Así es como me has protegido. Mitchel, deja de engañarme. Soy consciente de que en el fondo albergas emociones por mí. Hemos colaborado y residido juntos durante numerosos años…».

A medida que las afirmaciones de Katie se volvían cada vez más extravagantes, haciendo referencia a acciones que Mitchel nunca había realizado, todas creaciones de su imaginación.

Mitchel intervino fríamente: «Katie, cuando te dejé con Lorenzo, imaginé dos posibles resultados. Uno en el que te sometería a tormento hasta la muerte, y otro en el que le eliminarías, ¡sólo para enfrentarte a las represalias de toda la compañía Maxwell!»

«No… No… No es así…» Destrozada por su cruel revelación, Katie se llevó las manos al pecho, murmurando: «Te importo… Sientes algo por mí… Mientes…».

Katie se sumergió más profundamente en la hipnosis, reconstruyendo su idílico sueño frase a frase.

«Reclamas perdón, pero ¿qué autoridad posees? La que ha perpetrado el mal y la malevolencia desde el principio eres tú, no nadie más. Recuerda, las cosas que has cometido, ya sea en esta vida o en la siguiente, o incluso en la de más allá, ¡están más allá del perdón!».

Los labios de Mitchel formaron una hermosa pero severa curva al pronunciar su brutal declaración: «¡Me anticipé a tu victoria sobre Lorenzo porque creía que este último resultado sería más gratificante!».

Las consecuencias de ofender a toda la familia Maxwell eran ampliamente comprendidas.

No todos los miembros de la familia Maxwell eran excéntricos. De hecho, no todas las naciones carecían de leyes que permitieran un comportamiento sin restricciones.

Sin embargo, Lorenzo destacaba como una anomalía, famoso por su locura absoluta, por causar disturbios allá donde iba y por disfrutar del favoritismo del cabeza de familia.

Numerosos miembros de la familia desaprobaban a Lorenzo porque, alimentado por el favoritismo, Lorenzo actuaba de forma imprudente, impulsiva y con excesiva ostentación.

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