Capítulo 950:

«Cary, ¿qué debo hacer?».

Cary, impresionado por el estado de alerta de Raegan, respondió: «Tenemos que determinar cuántas personas hay dentro y el tipo de explosivos de que se trata. Esta zona forma parte de Global Harbor, que está abarrotada de residentes y trabajadores. No es factible evacuar a todo el mundo rápidamente. Así que necesitamos identificar el tipo de explosivos caseros que se están utilizando para evaluar el posible impacto y alcance, lo que nos ayudará a gestionar las evacuaciones con mayor eficacia.»

Raegan se quedó callada, y Cary se dio cuenta de que le estaba pidiendo mucho.

Si no existiera la preocupación de que los hombres de Lorenzo lanzaran un ataque anticipado, no le habrían pedido que asumiera ese papel.

Sin embargo, Cary creía que Raegan merecía la opción de decidir. «Si no quieres hacerlo, puedes decir que no y dirigirte al lugar que te indiquemos. Nos aseguraremos de que salgas sana y salva…».

Cary seguía hablando cuando Raegan le cortó con firme decisión.

«¡Me apunto!»

Era consciente de que Global Harbor era un bullicioso centro financiero, muy poblado, lo que dificultaría cualquier esfuerzo de evacuación. No saber cuántos explosivos estaban implicados significaba que había un riesgo real para el público.

«Voy a hacer el trabajo.»

«Gracias», respondió Cary. «Lorenzo lleva años esquivando la ley, es un delincuente notorio en la escena mundial. Tenemos que atraparlo esta vez».

Raegan asintió. «Tengo fe en las fuerzas especiales de Ambrosia».

«Ahora te envío un mapa de seguridad. Busca los puntos marcados en fluorescente. Ahí es donde están las bombas».

«Entendido.» Una vez finalizada la llamada, Raegan dejó a un lado su bolso por una bolsa más pequeña en la que cabía su teléfono, que se colgó del cuello.

Al llegar a la puerta, alargó la mano para abrirla, pero se encontró con que estaba cerrada por fuera. ¿Quién la encerraría? Volvió a intentar abrir el picaporte, pero no se movió.

Buscando algo que la ayudara a escapar, se dirigió al cuarto de baño y se fijó en las tuberías.

Se tumbó y dio cuatro golpecitos largos en la tubería, seguidos de tres cortos.

Mitchel le había enseñado a Raegan una versión única del código Morse. Preguntaba: «¿Hay alguien ahí?».

Este código era sólo suyo, así que a Raegan no le preocupaba que alguien más lo descifrara. Aunque alguien más lo oyera, no entendería el mensaje. Sólo Mitchel lo haría.

Pero las tuberías no respondieron.

Sin inmutarse, Raegan repitió la señal con cuatro toques largos y tres cortos.

El tiempo pasó sin respuesta.

Desanimada, estaba a punto de levantarse cuando, de repente, oyó dos golpes sordos y breves. Se agachó rápidamente, se detuvo unos segundos y volvió a oír dos golpes breves. El mensaje era claro. «Estoy aquí».

A Raegan se le llenaron los ojos de lágrimas mientras respondía con un golpecito. Raegan preguntó: «¿Cuántas personas hay?».

Mitchel respondió: «Tres».

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