Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 931
Capítulo 931:
Pero Katie no esperaba que Lauren hiciera daño accidentalmente a Mitchel, lo cual era un descuido importante en sus calculados planes.
Katie se estremeció involuntariamente. Pero insistió tercamente: -Mitchel, yo no he hecho nada. No me acuses injustamente. Siempre he sido una ciudadana respetuosa de la ley».
Efectivamente, Katie era inocente a los ojos de los demás. Después de todo, la mayor parte del trabajo sucio lo realizaba Abel.
Tras la muerte de Abel, Katie se volvió aún más cautelosa, por lo que era casi imposible encontrar pruebas directas de sus crímenes. Por lo tanto, ahora actuaba con justa indignación. Se cubrió la cara, fingiendo pena.
«Mitchel, si quieres acusarme, necesitas pruebas. ¿Por qué me haces esto? ¿Te ha hechizado Raegan? Ella ya ha dicho que no tiene nada que ver contigo. Ella no te ama. ¿Por qué no puedes dejarla marchar?».
La expresión de Mitchel permaneció totalmente serena, sin que le afectaran las palabras de Katie.
Sentía que había tomado la decisión correcta. No podía permitirse que Katie siguiera siendo una amenaza para Raegan. Con la toxina mortal en su organismo y la falta de antídoto por el momento, no sabía cuándo encontraría su fin.
Tras un largo silencio, Mitchel dijo suavemente: «No pasa nada si ella no me quiere».
Esta fue la única frase que dijo suavemente, mostrando a Katie un lado diferente de Mitchel. Era un lado de él que ella nunca había experimentado.
Los celos invadieron el corazón de Katie. Se le torció la cara. «Mitchel, ¿por qué ni siquiera puedes mirarme? Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por ti. ¡Pero tú sólo ves a esa mujer!» Katie gritó histéricamente.
Ella no sólo mataba o hacía daño a la gente. Había hecho muchas cosas en secreto.
¿Pero por qué no podía conmover el corazón de Mitchel?
Katie no creía equivocarse, pensaba que el corazón de Mitchel era frío y duro como una piedra.
Mitchel respondió fríamente: «Katie, tú no me quieres. A la única persona que quieres es a ti misma».
Mitchel miró a Katie con penetrantes ojos fríos y le reprendió sarcásticamente: «Amarme es sólo una excusa que te has inventado. Quieres que me someta a ti, pensando que tu inversión a largo plazo te da derecho a un retorno. Después de todos tus despiadados tejemanejes, ¡todavía te atreves a utilizar la noble palabra amor para revestir tus malvadas acciones! Katie, me das asco hasta la médula».
Las palabras de Mitchel eran sencillas pero expresivas. Expresaba claramente su fuerte repulsión hacia Katie. Sus ojos estaban llenos de asco. Era como si no quisiera volver a verla en toda su vida.
Katie se sintió como alcanzada por un rayo. Sus palabras sacudieron todo su ser. Gritó aterrada: «¡Mitchel!».
Los ojos de Mitchel se oscurecieron. «No me llames por mi nombre. No eres digno de él».
Cada palabra que decía era como un cuchillo mojado en salsa de chile, cortando cada carne de Katie. ¿Desagradable? ¿Indigno? Aquellas palabras del hombre al que había amado durante años le hicieron sentir un dolor sordo en el pecho.
El rostro de Katie perdió el color. Su corazón se vio abrumado por una turbulenta oleada de emociones. Al cabo de un rato, por fin recobró la compostura.
Esta vez, reveló su verdadero yo sin ningún disfraz. «¿Y qué? Todo el mundo sabe que estamos casados y que la mujer que amas te ha abandonado. No me digas que crees que puedes vivir sin mí».
Katie estalló en carcajadas. Pero era una risa amarga y hueca.
«Mitchel, ¿por qué eres tan terco? Al fin y al cabo, sigues siendo una marioneta en mis manos. Nunca podrás escapar de mí».
Katie parecía haberse vuelto loca. Se echó el pelo hacia atrás y dijo orgullosa: «Mitchel, siempre consigo lo que quiero, y tú no eres una excepción.»
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar