Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 902
Capítulo 902:
Raegan dudó, no quería seguirla, pero dos guardaespaldas le cerraron el paso, sin darle opción. Con desgana, entró en el salón, donde encontró a Mitchel junto a la ventana, encendiendo un cigarrillo.
Mientras el humo se enroscaba a su alrededor, el llamativo perfil de Mitchel se acentuaba.
A Raegan le pilló desprevenida. Rara vez fumaba, y menos cerca de ella, pues conocía su aversión al humo ajeno.
Afortunadamente, Mitchel apagó el cigarrillo poco después de que Raegan entrara y le hizo un gesto para que se sentara.
A Raegan le dolían las piernas y agradeció la oportunidad de sentarse. A pesar del alivio, su expresión se mantuvo fría y distante cuando empezó: «Señor Dixon, tengo obligaciones que atender y usted no tiene derecho a detenerme. Si de verdad cree que he presionado…».
Vaciló, luchando con las siguientes palabras, pero logró continuar: «Su prometida. Entonces, debería entregarme a la policía, en lugar de restringir ilegalmente mi libertad».
Mitchel la miró con una mirada gélida. «¿Cómo puedes estar tan segura de que saldrás ilesa si acudes a la policía?», cuestionó.
Raegan respondió con una sonrisa. «Eso no es asunto tuyo. La verdad prevalecerá y se hará justicia».
«Ingenuo», replicó Mitchel, con una expresión cada vez más sombría, lo que provocó un escalofrío en Raegan.
En ese momento llamaron a la puerta.
La débil voz de Mitchel permitió la entrada con un simple: «Adelante».
El ayudante de Mitchel entró con un teléfono en las manos. Lo extendió respetuosamente hacia Mitchel, diciendo: «Sr. Dixon, por favor, compruebe esto».
Mitchel cogió el teléfono con aire despreocupado. Los ojos de Raegan se abrieron de golpe al reconocer el aparato como su propio teléfono blanco.
Su asombro aumentó cuando Mitchel, sin mediar palabra, le acercó el teléfono a la cara y reprodujo una grabación.
Las voces de la conversación anterior de Raegan con Katie llenaron la habitación.
«¿Vas a hacerte a un lado?»
«Raegan, ¿por qué no puedes desaparecer? Eres una afrenta constante para mí, ¡un repulsivo recordatorio de todo lo que desprecio!».
«¡Déjame! ¡Déjame en paz!»
La grabación se detuvo bruscamente tras el eco de un grito aterrorizado, dejando un tenso silencio a su paso.
Antes del incidente, en cuanto Raegan vio a Katie, la sospecha se apoderó de ella, impulsándola a grabar su conversación. No tenía mala intención. Sólo quería evitar que la siguieran victimizando injustamente.
Antes, cuando Mitchel obligó a Raegan a subir al coche, Raegan había entregado su teléfono al dueño de la fábrica, pidiéndole que se pusiera en contacto con Erick.
Sin embargo, ahora, su teléfono estaba en posesión de Mitchel, lo que revelaba que él lo había descubierto.
El semblante de Raegan palideció mientras alargaba la mano para arrebatarle el teléfono.
«Devuélveselo».
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