Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 852
Capítulo 852:
El sonido del acercamiento de Casey sobresaltó a Davey.
Antes de que Davey pudiera ocultar el vídeo, Casey preguntó: «Davey, ¿quién es esta chica?».
En lugar de ocultarlo apresuradamente, Davey se tomó su tiempo, mostrando el vídeo a Casey para que lo inspeccionara. «Es la hija de un amigo», respondió con indiferencia.
Casey soltó un grito de asombro. «¿La hija de tu amigo ya ha crecido?».
La mirada de Casey se detuvo en el vídeo, llena de admiración. «Es despampanante, con ojos como lunas gemelas adornando su rostro, realmente hipnotizante».
Davey observó atentamente la reacción de Casey, incapaz de discernir ninguna revelación significativa. Los comentarios de Casey se limitaban a alabar la belleza de Raegan.
Con un movimiento casual, Davey se deshizo de su teléfono, sonriendo con indiferencia.
«¿Admiras esos ojos?»
«Sí, son encantadores».
Davey, envolviendo a Casey con sus brazos por la cintura, la subió a su regazo cariñosamente. «Ya que te gustan, ¿te los arranco como baratija?».
«¿Qué?» Los ojos de Casey se abrieron de golpe, su cara se quedó sin color, su actitud vulnerable sólo aumentaba su atractivo.
Al verla temblar de miedo, Davey se dio cuenta de que había ido demasiado lejos y dejó de bromear. «¿Ves con qué facilidad te asustas? Sólo era una broma».
Davey le levantó suavemente la barbilla, reclamando sus labios en un beso posesivo.
«Si lo deseas, podemos tener uno propio».
Ante sus palabras, la tez de Casey palideció aún más, protestando débilmente: «Davey, deja de bromear».
La posición era incómoda para Casey, e intentó desenredarse.
Sin embargo, Davey apretó con fuerza su delgada cintura, inmovilizándola, con voz ronca. «Casey, nunca bromeo contigo».
Con esa declaración, Davey apretó a Casey contra el sofá, capturando sus labios en un ferviente beso, como si estuviera reclamando algo.
«Mmm… Casey forcejeó en vano, su débil resistencia no era rival para la fuerza de Davey, perfeccionada a través del esfuerzo regular.»
Luchando por respirar en medio de sus besos, sus esfuerzos por repelerlo resultaron infructuosos, su voz vaciló mientras susurraba, «Davey…»
Los fervientes besos de Davey persistieron hasta saciar su apetito, concediendo finalmente a Casey un momento para recuperar el aliento, aunque él seguía sujetándola con firmeza.
Obligada a someterse, Casey protestó débilmente: «Davey, no puedes hacer esto…».
«¿Qué no puedo hacer, Casey? ¿No te he dicho que ya estamos juntos?».
Davey, posesivo hasta la médula, creía que se trataba de un acto esencial, tanto si Casey sufría realmente de amnesia como si simplemente fingía.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar