Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 849
Capítulo 849:
A pesar de la mirada helada, Katie se mantuvo firme. «No tengo ni idea de lo que estás sugiriendo».
Los detalles del estado del padre de Katie no eran muy conocidos, pero no era sorprendente que Henley se hubiera enterado. Sin embargo, Katie sospechaba que Henley sólo estaba fanfarroneando. Se negaba a ser manipulada.
Con calculada indiferencia, Henley continuó: «Por lo que tengo entendido, la prolongada inconsciencia de tu padre se debe a una medicación incorrecta».
Su implicación era clara. Si Katie persistía en negar cualquier conocimiento, sería inútil.
Sin embargo, Katie se mantuvo firme y respondió con frialdad: «Sea lo que sea lo que crees saber, no tiene nada que ver conmigo. Si tienes pruebas, preséntalas».
El verdadero autor, Abel, había muerto hacía tiempo. Cualquier castigo tendría que llegar más allá de la tumba.
Imperturbable, el comportamiento de Henley permaneció ligero, pero su voz contenía una advertencia. «Katie, deja de actuar.
Cooperar conmigo es lo mejor para ti. Créeme. Si no quisiera que te casaras con Mitchel, no tendrías ninguna oportunidad».
«¿Tú?» La voz de Katie goteaba desprecio. «¿De verdad crees que tienes tanta fuerza?».
La cara de Katie transmitía claramente su desdén. No era la primera vez que subestimaba a Henley. Para ella, sólo alguien del calibre de Mitchel merecía su consideración.
De repente, Henley se levantó rápidamente de su asiento, agarró a Katie y la inmovilizó, con las manos alrededor de su garganta mientras gritaba: «¿Quieres ver mi fuerza ahora?».
Tosiendo, Katie agitó los brazos desesperadamente, jadeando. «Suéltame… Suéltame…»
Justo cuando Katie sintió que no podía respirar más, Henley la soltó.
Se enderezó, se ajustó la corbata y respiró hondo, pareciendo disfrutar del momento de dominio. Cómo deseaba poder acabar con ella de esa manera. Sin embargo, aún la necesitaba.
Katie, tosiendo y jadeando, con la voz áspera y forzada como si tuviera la garganta lastimada, logró ahogarse: «No dejaré que te salgas con la tuya. Has entrado en mi habitación y me has atacado. Voy a llamar a la policía».
«¿Llamar a la policía?» Henley soltó una risita desdeñosa. «Cuando lleguen, te llevarán a ti, no a mí».
Henley arrojó un informe médico sobre la mesa y declaró con frialdad: «La lista de medicamentos de tu padre no incluye metotrexato, una sustancia prohibida. Mezclado con cefalosporinas, es mortal. ¿Y adivina qué encontraron en el organismo de tu padre?».
Los ojos de Katie se abrieron de par en par, asustada, al mirar el informe. No esperaba que Henley tuviera información privilegiada en el hospital que pudiera acceder a los registros de su padre. La frustración por la incompetencia de sus subordinados hervía en su interior. Se estaban convirtiendo en un lastre.
En aquel momento, Katie echó mucho de menos a Abel. Tales errores habrían sido impensables bajo su supervisión.
Con una sonrisa de suficiencia, Henley presionó: «¿Te importaría explicar esta “coincidencia”?».
Katie comprendió que Henley tenía otros planes y no le preocupaba demasiado que hiciera públicos sus descubrimientos. Le miró fijamente.
«¿Qué buscas realmente?»
La respuesta de Henley fue uniforme. «Estoy aquí para reclamar lo que es mío por derecho».
Aunque Katie dudaba de las capacidades de Henley, su imprevisibilidad la hizo cautelosa. Respondió con cautela: «Aunque la familia Dixon tenga algo tuyo, Mitchel es el heredero legítimo. Es suyo por derecho».
La sonrisa de Henley adquirió un cariz más siniestro. «Katie, ya que ambos estamos cortados por el mismo patrón, te contaré un secreto».
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