Capítulo 843:

Las piernas de Katie se tensaron y volvió a dejarse caer en su asiento.

«¿No dijiste que te gustaban los platos de este restaurante?». Los delgados dedos de Mitchel tamborilearon sobre la mesa mientras pronunciaba: «Acábatelos».

Al notar la rara oscuridad en su mirada, Katie sintió un escalofrío en las palmas de las manos. Por primera vez, sus sentimientos hacia Mitchel no sólo incluían obsesión, sino también miedo. Sabía que no tenía otra opción.

«Comeré», declaró. Agarrando el tenedor con fuerza, empezó a llenarse la boca con las verduras y la carne empapadas en caldo, deseosa de terminar rápido y largarse. La presencia dominante de Mitchel casi la sofocaba.

A mitad de la comida, la voz de Mitchel cortó la tensión.

«No te preocupes por el vestido. Ya está arreglado».

Ante sus palabras, Katie se atragantó, tosiendo violentamente. El caldo rojo le manchó los labios, mezclándose con su maquillaje húmedo de sudor, dejándola con un aspecto espantoso.

En ese momento, Katie no estaba preocupada por el vestido. Sólo esperaba que nada saliera mal antes de la boda. Refunfuñó en voz baja: «¡Maldita seas, Raegan! Me encargaré de ti después de la boda».

Para Katie, acabar con la vida de alguien, estuviera marcada o no, daba igual. Además, su acuerdo de eliminar a Raegan de la lista negra sólo era efectivo en el extranjero. Raegan estaba ahora en Ardlens. Cuando decidiera que quería que Raegan desapareciera, ¡no lo dudaría!

«Vale, lo entiendo», concedió Katie, guardándose sus pensamientos.

Mientras tanto, Raegan y Elin acababan de terminar de comer.

El incidente anterior le había quitado el apetito a Raegan, pero se las arregló para comer algo.

En la puerta, vieron llegar un discreto todoterreno negro. El conductor se apeó y, para su sorpresa, era Stefan, a quien no veían desde hacía tiempo.

Raegan se quedó de piedra. «Stefan, ¿qué haces aquí?».

Stefan se acercó con una sonrisa amistosa. «Acabo de llegar de Aurora anoche. Erick me envió para llevarte a casa», dijo en tono juguetón.

Raegan comprendió que la relación de Stefan con Erick no se basaba en órdenes, sino en el respeto mutuo. Por eso ella le importaba tanto.

Elin, al oír esto, se puso tensa, deseando haberse ofrecido a llevar a Raegan a casa en su lugar.

Entonces, Stefan se volvió hacia Elin y le dijo amablemente: «Elin, Erick me ha dicho que no has respondido a su mensaje. Quiere hablar contigo».

Las mejillas de Elin se pusieron rojas de inmediato. Erick era siempre tan exasperante.

La forma en que Stefan la miraba dejaba claro que pensaba que había algo entre ella y Erick.

Raegan enarcó una ceja ante esta noticia. Al ver la reticencia de Elin, intentó aligerar el ambiente. «Es muy tarde. ¿De qué podría querer hablar Erick con Elin a estas horas?».

«No estoy seguro», respondió Stefan.

Volviéndose hacia Elin, que había recuperado la compostura, Raegan preguntó: «¿Qué pasa?».

«Se trata de un cliente problemático del estudio», explicó Elin.

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