Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 838
Capítulo 838:
El cuerpo de Elin temblaba y sus oídos se calentaban cuando se apresuró a explicar: «Te envié un mensaje esta mañana. Lo de anoche fue un error».
«No vi tu mensaje. ¿Quizá podrías explicármelo en persona?»
sugirió Erick.
Elin se quedó sin palabras. Deseaba olvidar todo lo ocurrido la noche anterior. «He salido a cenar», dijo.
«¿Con quién?»
«Con Raegan…» confesó Elin a regañadientes.
Erick, al saber que se trataba de Raegan, sintió un ligero alivio en su tenso pecho. «Muy bien, disfrutad de la cena».
Elin, notando que mencionar a Raegan había surtido efecto, le dijo a Erick: «Asegúrate de cerrar la puerta cuando salgas».
Al notar que el tono de Elin había vuelto a ser distante, Erick frunció el ceño y colgó bruscamente.
Elin se quedó un momento mirando el teléfono en silencio. Así era Erick. En su presencia, nunca podría librarse de ser vista como la hija de una criada.
Raegan entró en el restaurante y un camarero la acompañó arriba.
El restaurante era un lugar lujoso, compuesto en su totalidad por cámaras sin un salón principal, lo que garantizaba una privacidad considerable.
Raegan había seguido al camarero escaleras arriba en silencio. De repente, el camarero saludó: «Buenas noches, señor».
Raegan levantó la vista y se quedó sorprendida por el llamativo aspecto de Mitchel.
El corazón le dio un vuelco.
Estaba claro que Mitchel había visto a Raegan. Sus ojos profundos y oscuros mostraban una fría frialdad.
Sus miradas se cruzaron durante un breve segundo y Raegan estuvo a punto de dejar escapar la pregunta que la estaba consumiendo. ¿Era suyo el bebé que Katie llevaba en su vientre? Esta pregunta era crucial para ella. Tenía el poder de cambiar todo lo que creía saber sobre Mitchel.
Sin embargo, Mitchel sólo le dirigió a Raegan una fugaz mirada de indiferencia y luego se dio la vuelta como si fuera una cara más de la multitud.
Mitchel empezó a alejarse, con pasos largos y decididos.
Las manos de Raegan se apretaron hasta que la voz del camarero la devolvió: «¿Señorita?».
Raegan se sacudió sus pensamientos y se apresuró a seguir al camarero.
Mitchel caminaba en la misma dirección que Raegan y el camarero.
El restaurante tenía una disposición única con sus cámaras dispersas, lo que ofrecía más intimidad.
Observando la alta silueta de Mitchel avanzar, las marcadas líneas de su traje resaltando su esbelto físico, Raegan se dio cuenta de que parecía más delgado de lo habitual. Su habitual aire distante parecía teñido de una triste soledad.
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