Capítulo 787:

El ejecutor no tuvo piedad, tiró de la cadena con tanta fuerza que desgarró la carne y lanzó la sangre por los aires. Ese golpe fue suficiente para estropear los rasgos de Roscoe de forma permanente.

«¡Ah! ¡Ah!» Por fin, Nicole no pudo aguantar más y soltó un grito.

Sin embargo, no se derrumbó. Más bien, se arrastró hacia Jarrod, luchando cada centímetro del camino.

Las lágrimas le nublaban la vista. No podía distinguir el camino, pero el olor del mal era inconfundible, incluso con los ojos cerrados.

En el caos, Nicole había roto un cuenco y ahora tenía un fragmento de porcelana en la mano.

Con un empujón desesperado, intentó golpear a Jarrod, pero su débil cuerpo sólo consiguió rozar la espinilla de Jarrod. Era una herida menor, un simple rasguño.

Nicole se dio cuenta de que su fuerza actual era insuficiente para dañar a Jarrod, pero su odio era intenso y no sabía de qué otra forma expresarlo. Apretó los dientes con fuerza y gritó: «¡Jarrod, adelante, mátame! Mátame. ¿Qué sentido tiene torturarle? Si te atreves, ¡mátame!».

A Jarrod no pareció afectarle su desafío. Se inclinó, le quitó el trozo de porcelana de la mano y, sacando un pañuelo, le vendó suavemente la herida.

«Nicole, ¿cuánto tiempo ha pasado? Jarrod suspiró, le acarició el pelo con cierta compasión y dijo: «Todavía no has aprendido, ¿verdad? Bueno, esta vez me aseguraré de que lo hagas».

Con esas palabras, Jarrod se levantó y se dirigió indiferente hacia la puerta, dispuesto a marcharse.

Pero Nicole no podía, ni quería, dejarle salir por aquella puerta.

Si se marchaba, sería un desastre para Roscoe. Eso no podía ocurrir. Era imposible.

Nicole se abalanzó sobre Jarrod una vez más, agarrándose desesperadamente a sus piernas, temblando mientras suplicaba: «Jarrod, haré lo que me digas. A partir de ahora, obedeceré siempre… Ni se me ocurrirá volver a desafiarte. Por favor… Sólo descarga tu ira en mí. Por favor, no le hagas esto… No soporto deberle más… De verdad que no puedo…».

Nicole se arrodilló en el suelo, con lágrimas cayendo por su cara, su voz llena de una súplica baja y sincera.

Al ver a Nicole totalmente rendida, Jarrod no experimentó ningún placer. No era un hombre amable ni compasivo.

Sus duras experiencias en el extranjero le habían convencido de que los que están en el poder nunca deben mostrar debilidad. Mostrar clemencia podía acabar llevándole a la perdición.

Nicole y Roscoe habían conspirado contra él y había que darles una lección. Sin embargo, su intención no era ver muerto a Roscoe.

Después de todo, los muertos permanecen en la memoria más tiempo que los vivos. No quería que Nicole llevara el recuerdo de Roscoe el resto de su vida.

«Nicole, deberías entender…» Jarrod se agachó una vez más, su voz inusualmente suave. «En realidad no deseo castigarte, pero parece que nunca aprendes. Si no hago que esto sea memorable, volverás a correr riesgos, y mi paciencia se está agotando».

«No volverá a ocurrir. Te prometo que no…» Nicole le agarró del brazo, con los ojos llorosos y enrojecidos mientras suplicaba con amargura.

Jarrod conocía su carácter firme y decidido. Su actual estado de vulnerabilidad, unido a su bello y atractivo rostro, era realmente lamentable.

Los ojos de Nicole, puros y cristalinos, parecían especialmente cautivadores cuando se llenaban de lágrimas.

Jarrod sabía que tenía que darle a Nicole una lección lo bastante fuerte como para apagar cualquier futuro pensamiento rebelde.

Sin embargo, en aquel momento, sintió un deseo abrumador sólo por ella.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar