Capítulo 764:

«¡Eres muy consciente de si digo tonterías o no! ¿De verdad crees que tus fechorías están ocultas?». La sonrisa de Raegan era fina. «Sólo recuerda que la venganza no está ausente. Sólo que aún no es el momento».

Todavía temblando de rabia cuando Raegan pasó junto a ella con aplomo, el temperamento de Katie se encendió. Con la frustración a flor de piel, agarró una maceta cercana y la levantó por encima de su cabeza.

Pero cuando Katie estaba a punto de lanzársela a Raegan, alguien le agarró la muñeca con fuerza.

«¡Suéltame!» Acostumbrada a hacer berrinches en Ardlens sin repercusiones, Katie confundió la interferencia con otra persona a la que podía intimidar.

Soltó: «¿Tienes idea de quién soy? Intentar detenerme…»

Su amenaza se interrumpió en mitad de la frase cuando su mirada se posó en el reloj de diamantes de edición limitada que sujetaba su muñeca.

«Mitchel…» Katie tartamudeó, «Yo sólo… La planta parecía apagada. Estaba a punto de arreglarla».

Mitchel permaneció en silencio, sin soltar la muñeca. La presión de sus dedos aumentó hasta que resonó un suave crujido.

«¡Ah!» El grito de dolor de Katie llenó el aire.

La maceta cayó del agarre de Katie y se estrelló contra su pie con un ruido sordo.

Al instante, un dolor agudo subió por la pierna de Katie, haciéndola sudar y casi gritar de tormento.

Sin embargo, la mirada gélida de Mitchel hizo callar a Katie a medio grito. Incluso apretó los labios para ahogar cualquier sonido que pudiera llamar una atención no deseada.

Con su atuendo negro, Mitchel se alzaba sobre ella, con expresión impasible e imponente.

Invadida por el miedo, Katie se estremeció y sus palabras titubearon. «Mitch… Mitchel… Fue un accidente…»

Mitchel bajó los escalones con una gracia pausada, sus dedos sosteniendo delicadamente la mano de ella en alto. «Katie, tienes unas manos tan suaves».

Su tono era suave, pero sus ojos transmitían una severa advertencia. Era capaz de romperle la muñeca sin esfuerzo.

Con los dientes rechinando de terror, Katie se apresuró a decir: «Mitchel, intentaba ayudarte».

Levantando ligeramente las cejas, Mitchel guardó silencio.

Armándose de valor, Katie afirmó: «Estás planeando distanciarte de esa mujer, ¿verdad? Podría duplicar tus esfuerzos, ¿no?».

Mitchel esbozó una sutil sonrisa. «¿Ese guiso que le enviaste forma parte de tu estrategia para ayudarme?».

Katie apretó los labios, con cara de angustia.

«Sí, Mitchel, es más que desvergonzada. Soy la única que puede ayudarte de verdad…».

La interrumpió el suave sonido de su risa. «Katie, tuviste elección y elegiste. Depende de ti».

Lo suficientemente cerca como para ver su propio rostro ansioso reflejado en los ojos de Mitchel, Katie se dio cuenta de su comportamiento cada vez más frío.

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