Capítulo 663:

El descanso de Raegan sobre él hizo que Mitchel se sintiera satisfecho.

Mitchel sonrió cálidamente, sus ojos centelleando con diversión. «Claro, échame la culpa a mí. Sólo quería asegurarme de haber hecho un buen trabajo».

Raegan, con las mejillas sonrosadas, le dio un manotazo juguetón en el pecho.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que llevaba traje y corbata. Con cara de sorpresa, preguntó: «¿Vas a salir?».

Mitchel asintió. «Sí, me voy a la empresa».

Ahora más atenta, Raegan preguntó: «¿Ha terminado la investigación?».

«Sí. Mitchel asintió.

Raegan, preocupada pero sin querer parecer insolidaria, lo abrazó y le dijo: «Estaré aquí esperándote».

Para Mitchel, nada era más reconfortante que oír a su amada decirlo. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras le besaba suavemente la frente.

«De acuerdo, espérame».

Una vez que Raegan llegó a su estudio, una sensación de inquietud la persiguió durante todo el día, el miedo a las malas noticias acechando en su mente. Comprobaba constantemente las páginas de noticias con la esperanza de no encontrarse con nada preocupante.

Pero a medida que pasaba el día sin que se produjera ningún drama en el Grupo Dixon, la ansiedad de Raegan fue disminuyendo poco a poco, lo que la llevó a decidir no ponerse en contacto con Mitchel.

Aquella tarde, aunque no había novedades del Dixon Group, Raegan se llevó una sorpresa. Una clienta le había hecho una petición especial para trabajar con ella en un vestido valorado en más de un millón de dólares.

No estaba fuera de lo normal que los clientes pidieran expresamente a Raegan, sobre todo los que admiraban sus habilidades para el bordado.

Al entrar en la sala de recepción VIP, Raegan se fijó en una mujer vestida de rojo que estaba sentada de espaldas a ella.

Acercándose a la mujer, Raegan saludó con tono amistoso: «Hola, soy Raegan Foster, la directora general de Crescent».

Para su asombro, la mujer se dio la vuelta para revelarse como Katie.

«¿Usted?» Las cejas de Raegan se fruncieron ligeramente.

Katie soltó una suave burla. «Vaya, qué bienvenida. Así que éste es el tipo de recepción que reciben tus estimados clientes. No me extraña que tu estudio esté en apuros».

Para Raegan estaba claro que Katie buscaba crear problemas.

Manteniendo la calma, respondió: «Señorita Glyn, ¿ha venido a hacer un pedido o sólo a charlar? Porque si es lo segundo, por favor, discúlpeme».

La expresión de Katie se volvió gélida. «He venido a hacer el pedido, por supuesto».

«Bien, entonces. Oaklyn, ¿podrías por favor tomar las medidas de la señorita Glyn?», gritó Raegan.

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