Capítulo 629:

A pesar de su riguroso régimen de fitness y su buen aspecto, la apariencia de Davey sugería que rondaba la treintena.

Casey, manteniendo su aspecto juvenil sin ningún signo de envejecimiento, podía pasar fácilmente por una mujer de unos treinta años a pesar de los años que llevaba dormida.

La expresión de Davey, una mezcla de luces y sombras, era difícil de leer.

Justo en ese momento, llamaron a la puerta.

«Entren», comentó Davey.

Un médico entró en la habitación.

Davey tranquilizó a Casey: «El médico ha venido a verte. No hay por qué preocuparse».

Casey asintió débilmente.

Después del examen, Davey y el médico salieron.

La presencia dominante de Davey era palpable.

El médico, con voz tímida, informó: «Señor Glyn, no presenta anomalías físicas, pero el coágulo del cerebro persiste, aunque más pequeño. La acupuntura parece estar funcionando. Continuar con la acupuntura podría ser beneficioso…»

«Ve al grano», le cortó Davey bruscamente.

«¿Eh?» El médico se quedó perplejo.

La mueca de Davey era penetrante. «¿No se dio cuenta de su desorientación mental?». Casey acababa de afirmar que tenía dieciocho años.

El médico bajó la mirada. «No me di cuenta, pero parece mentalmente estable».

«¿Estable?» La sonrisa de Davey llevaba un rastro de desprecio. «¿Eso es todo lo que ha reunido después de su evaluación?».

El médico sintió el peso de la mirada gélida de Davey, como si estuviera siendo juzgado. Se arrodilló apresuradamente, su súplica de perdón resonó con fuerza. «Por favor, señor Glyn, le ruego que me perdone…».

«Considerando que hoy marca el despertar de Casey, lo pasaré por alto. Sin embargo…» El temperamento de Davey se encendió mientras agarraba el pelo del doctor, su tono helado. «¡Salgan rodando ahora mismo!»

La distribución de la mansión era intrincada, con una rampa que conducía a la gran entrada por un lado y descendía a un profundo sótano por el otro.

Sin demora, el doctor se escabulló, dando tumbos por las escaleras en su precipitación. Parecía una bola rodante, descendiendo rápidamente peldaño a peldaño.

El alivio invadió al doctor cuando escapó con vida.

En los últimos años, Davey había despedido a numerosos médicos. Cada uno de ellos tuvo un final trágico o falleció repentinamente.

La mera mención del nombre de Davey provocaba escalofríos a muchos médicos. La paga era considerable, pero era como arriesgar la vida. Ninguna suma de dinero valía su vida.

Sin embargo, una vez que Davey los convocaba, rechazar su llamada significaba una muerte segura. Los afortunados sobrevivían uno o dos años más.

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