Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 624
Capítulo 624:
Mitchel, mirando con admiración el rostro sonrojado de Raegan, preguntó provocativamente: «¿Alguna objeción?».
«En absoluto. No tengo prisa». Devonte sugirió despreocupadamente: «¿Qué tal si te doy una hora?».
«Me parece bien», respondió Mitchel, con tono uniforme.
Devonte comentó lo sereno que estaba Mitchel.
Al ver a Raegan casi sin aliento, Mitchel colgó rápidamente el teléfono.
Luego le susurró, animándola suavemente: «Nena, está bien que lo disfrutes».
El cuello de Raegan estaba ligeramente cubierto de sudor mientras intentaba contenerse. Lo rodeó con los brazos, con la voz temblorosa: «Mitchel…».
«Entremos». Mitchel, al darse cuenta de que el escritorio era demasiado duro, trasladó con cuidado a Raegan a la cama más cómoda del área de descanso.
Para entonces, Raegan había perdido casi toda su ropa. Mitchel le había quitado la ropa mientras hablaba por teléfono. Ahora tenía un aspecto increíblemente tentador, imposible de resistir.
Mitchel, mirando intensamente a Raegan, se inclinó hacia ella y le susurró: «Relájate, cariño… Está bien que me muerdas a mí, no a ti».
Raegan se quedó sin palabras.
Tras su momento íntimo, ambas estaban sin aliento, Raegan aún más, completamente agotada.
Mitchel la ayudó a levantarse para limpiarse, lavándola suavemente.
Abrumada, Raegan protestó débilmente: «No, por favor… No puedo más».
Mitchel la tranquilizó: «Pórtate bien. Limpiando te ahorras tomar medicación».
Raegan volvió a callarse, el significado de sus palabras era inconfundible.
Incluso bañar a Raegan resultaba cargado de un innegable atractivo para Mitchel. Su timidez era profundamente atractiva.
Mitchel, lleno de anhelo, tiró de ella y la besó profundamente.
Su conexión era tan fuerte que les costaba soltarse. Pero, de repente, Raegan apartó a Mitchel, presa de un momento de lucidez, recordándole su deber. «El señor Frazier está esperando. Tienes que irte ya».
Haber hecho esperar a Devonte durante quién sabía cuánto tiempo ya era bastante embarazoso. Con el tono cómplice de Devonte en el teléfono, Raegan se sintió abrumada por la vergüenza.
Todos en el Grupo Dixon sabían de la visita de la novia de Mitchel por el incidente de hacía unos momentos, y ahora Mitchel decidió hacer esperar a Devonte. Estaba claro para todos lo que se traían entre manos. A Raegan le preocupaba cómo iba a enfrentarse ahora a cualquiera.
«Vale, salgamos primero».
Mitchel envolvió a Raegan en una toalla, la llevó a la cama y la secó, pero no la soltó enseguida.
Raegan sintió que se acercaba otro momento íntimo y su mente recordó su reciente intimidad. Él pareció alargar el momento con el pretexto de secarla, lo que hizo que sus mejillas se enrojecieran.
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