Capítulo 622:

Le soltó el lóbulo de la oreja y le preguntó con voz ronca: «Cariño, ¿de verdad quieres que pare?».

Raegan estaba al borde del llanto. Parar ahora le parecía demasiado duro, dejándola atrapada en un profundo anhelo.

Sin embargo, Mitchel quería oírla decir lo que necesitaba. Se apartó un poco, su aliento cálido contra la piel de ella. «Si no te apetece un beso, pararemos, ¿vale?».

Raegan, ya abrumada, sólo pudo responder con un débil murmullo.

Mitchel soltó una suave risita. «Si de verdad estás en contra, entonces olvidémoslo».

Raegan sintió que se le calentaban las mejillas. Iba en serio lo de dejarlo si ella no hablaba. Demasiado avergonzada para compartir sus sentimientos, apenas susurró: «Cariño…».

Mitchel consiguió mantener la compostura y respondió: «¿Sí?».

Aferrándose a su brazo, Raegan se mordió el labio y susurró su petición: «Cariño… quiero más besos…».

Su voz era tan suave que podía ablandar el corazón de cualquiera.

Mitchel se desabrochó la corbata, la tiró a un lado y volvió a agacharse, con las manos plantadas cerca de ella. «¿Sólo besos?»

Raegan parpadeó, desconcertada. «¿No es suficiente?» Lo que más le gustaban eran sus besos.

Mitchel le dio unos golpecitos juguetones en la nariz, llamándola «pequeña glotona», mientras dejaba de lado sus propios deseos.

Justo cuando Raegan estaba a punto de decir algo, su mundo se oscureció cuando la corbata le rodeó los ojos.

De repente, se encontraba contra la gran mesa del despacho.

La profunda voz de Mitchel la envolvió. «Cariño, ¿qué tal si probamos algo nuevo?».

«Mitchel…» Raegan intentó hablar, pero el beso de Mitchel la silenció.

«Hmm…» Un jadeo silencioso se le escapó mientras se agarraba a su camisa.

Al sentir su respiración acelerada, Mitchel la sujetó con más fuerza. Separó suavemente sus labios para darle un beso profundo y dominante, explorando con su lengua en atrevidos remolinos.

Cegada por su corbata, Raegan sintió que perdía el aliento a causa de él. El desvanecimiento de sus otros sentidos hizo que el beso fuera aún más emocionante.

Mitchel la abrazó con fuerza y la besó con una pasión que llenó la silenciosa y bien iluminada oficina.

Raegan, aún vestida con su ropa de trabajo, una blusa blanca y una falda lápiz, se encontró desarreglada. Llevaba la blusa desabrochada, mostrando más de lo que pretendía, y la falda se le había subido.

Mitchel, excitado al verla en ese estado, deseaba más. Su mano se movió detrás de ella y entonces se oyó un leve chasquido.

El sonido de una correa al soltarse.

Los ojos de Raegan se abrieron de golpe. Había ido más lejos de lo que ella esperaba…

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