Capítulo 619:

No obstante, Raegan no cejó en su empeño. Intensificó su actuación, dando pisotones y quejándose: «¡Y también dijo cosas realmente horribles!».

Mitchel, que antes estaba de mal humor, se encontró inesperadamente entretenido con el espectáculo. Esforzándose por mantener la compostura, preguntó: «¿Y qué ha dicho?».

Raegan, que seguía interpretando su papel entre sollozos, respondió: «Se jactó de quedarse con todo lo tuyo, incluida yo, e incluso habló de hacerse con el control de la empresa…».

Raegan estaba tejiendo su relato con habilidad, a caballo entre la verdad y el drama. En efecto, Henley había hecho comentarios mucho peores que los que relataba, pero eligió sus palabras con cuidado para ocultar su verdadera identidad y sus motivos. ¿Y las ambiciones de Henley hacia la empresa? Eran muy reales y no dejaban lugar a acusaciones de falsedad.

Mitchel clavó una mirada acerada en Henley y lo despidió con una burla.

«Sólo en tus sueños».

Raegan mostró su muñeca a Mitchel. «Mira, te ha dejado un moratón», señaló, su voz era una mezcla de dolor y acusación.

La expresión de Mitchel se suavizó y su enfado dio paso a la preocupación, mientras le ofrecía con delicadeza: «Deja que me ocupe de eso».

La sala se sorprendió en silencio ante el gentil gesto de Mitchel, algo que no esperaban del Mitchel habitualmente reservado.

Para un hombre de la talla de Mitchel, que se sabía soltero desde hacía tanto tiempo, reconocer que tenía novia no sólo era inusual, sino más bien sorprendente.

Todo el mundo bullía de curiosidad por Raegan, que había cosechado tanta atención por su parte.

Mitchel, con una mirada de desdén dirigida a Henley, lanzó una advertencia: «Si hay una próxima vez, esperad algo más que unos puñetazos».

Mitchel colocó entonces su brazo protector alrededor de los hombros de Raegan, indicando su marcha.

Henley se quedó quieto, con la mirada helada, mientras Mitchel y Raegan se alejaban.

Le sorprendió la astucia de Raegan, le pilló desprevenido su habilidad para darle la vuelta a la tortilla.

Tomar represalias abiertamente empañaría su imagen cuidadosamente mantenida, pero permanecer en silencio parecía confirmar las acusaciones contra él. En cualquier caso, Raegan había asestado un duro golpe a su reputación.

Henley abandonó la escena en silencio, su marcha dejó un escalofrío en el aire y convenció aún más a los espectadores de las afirmaciones de Raegan.

La disparidad entre el comportamiento habitual de Henley y su situación actual era sorprendente.

De vuelta en el despacho de Mitchel, apenas se había cerrado la puerta cuando éste levantó a Raegan sobre el escritorio y empezó a curarle los moratones con alcohol de su cajón.

«No es tan grave como parece. Exageré un poco al frotarlo más».

confesó Raegan.

Raegan creía que si no hacía que la herida pareciera grave, la gente no reconsideraría su opinión sobre Henley.

La respuesta de Mitchel fue un murmullo bajo, mezcla de consejo y preocupación.

«No lo lleves solo cuando yo no esté».

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