Capítulo 602:

En su mundo, una vez conseguidos sus objetivos, manipular las relaciones era una estrategia más.

Raegan giró el pomo de la puerta y entró, solo para ser recibida por Mitchel junto a la puerta. La miró fijamente con ojos profundos y oscuros, sin pestañear siquiera.

Las mejillas de Raegan se calentaron. Pensó que, ya que habían elegido estar juntos, la sinceridad era la clave. Así que se quedó lo bastante cerca para que él la oyera y se tranquilizara.

Sin embargo, a pesar de su determinación, el hecho de estar delante de Mitchel hizo que se arrepintiera de sus palabras anteriores.

Raegan contempló su pálido y atractivo rostro con cara de preocupación. «¿Por qué estás levantada? Deja que te ayude a volver a la cama». ¿Era realmente prudente que estuviera de pie con un bastón justo después de despertarse?

Raegan extendió la mano para ayudar a Mitchel, pero él la agarró rápidamente, tirando de ella en un firme abrazo, dificultándole recuperar el aliento.

«¿Mitchel?» Raegan se puso rígida, preguntándose si estaría dolorido o demasiado débil para mantenerse en pie.

Preguntó rápidamente: «¿Te duele algo? ¿Debo llamar al médico?» Su preocupación era evidente.

«No», dijo Mitchel en voz baja y tranquilizadora, consolándola desde arriba.

Su tono estaba lleno de emoción, aunque parecía tenso, mientras expresaba con seriedad y suavidad: «Gracias por elegir volver a mí…».

El corazón de Raegan sintió que se desbordaba de calor, como si fuera a disolverse por completo.

«Mitchel, gracias». Raegan le devolvió el abrazo, diciendo: «Gracias por aferrarte a mí».

Sin Mitchel, Raegan supuso que no habría sobrevivido. Su valentía al salvarle la vida era algo que ella apreciaba profundamente.

Mitchel bajó la mirada, sus ojos reflejaban una sonrisa de alegría. El esfuerzo que había hecho por fin estaba dando resultados. ¿Cómo podía no sentir alegría?

«No tienes que darme las gracias. Como tu marido, estoy aquí para apoyarte».

Las mejillas de Raegan volvieron a sonrosarse, susurrando: «Qué marido…».

No tenían certificado de matrimonio, así que eran más una pareja que cónyuges.

Mitchel esbozó una sonrisa juguetona. «Una vez estuvimos casados. No puedes librarte de mí».

Él sabía que no era fácil para ella dar ese paso. Por lo tanto, esperó con paciencia, dispuesto a conseguir el certificado de matrimonio con ella cuando estuviera preparada para abrir su corazón por completo.

Las orejas de Raegan se calentaron y le dio un suave codazo. «Deberías tumbarte ya. Llevas demasiado tiempo de pie».

La mirada de Mitchel se intensificó y le susurró cerca del oído: «Es difícil». Difícil de una manera que provenía de un profundo anhelo de estar cerca cuando su estado se resistía…

Antes de que Raegan pudiera replicar, la besó, un rápido roce de sus labios antes de retirarse.

Había pasado casi un mes desde la última vez que compartieron tal cercanía.

Incluso este breve contacto hizo que el rostro de Raegan se calentara.

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