Capítulo 598:

Henley soltó a Luciana pero agarró la barbilla de Raegan y la empujó contra la pared. «Raegan, sigues sin entender qué es lo mejor para ti después de todo este tiempo».

Raegan luchó por liberarse del fuerte agarre de Henley. «¡Basta! Suéltame».

Henley la inmovilizó contra la pared, con la cara torcida mientras se inclinaba más cerca.

«¿Que pare? Raegan, volví por ti. ¿No dijiste que te irías conmigo?» dijo, aturdiendo a Raegan.

Henley se acercó más, su aliento cerca de su oído. «Esta vez te llevaré, aunque ya no estés viva», susurró.

Raegan le miró como si estuviera loco.

Mientras él intentaba besarla, Raegan trataba desesperadamente de apartarlo.

«¡Suéltala!» Una voz profunda y autoritaria hizo que Henley se detuviera en seco.

Aprovechando su oportunidad, Raegan empujó con fuerza el pecho de Henley.

Cogido por sorpresa, Henley se tambaleó unos pasos hacia atrás. Inmediatamente, su apariencia amable desapareció, dando paso a una mirada fría.

Raegan no se detuvo a observar su reacción. Corrió hacia la cama de Mitchel y le cogió la mano, con voz llena de asombro. «¡Mitchel, estás despierto!».

La frente de Mitchel se arrugó con fastidio ante la aparición de Henley.

Sin embargo, su expresión se suavizó al ver a Raegan. «No te preocupes. Estoy aquí».

Mitchel cogió con fuerza la mano de Raegan, sus ojos escudriñaban la habitación con determinación. «Nadie podría intimidarte».

Su mirada severa iba dirigida no sólo a Henley, sino también a Luciana.

En particular, la notable decepción en los ojos de Mitchel hizo temblar a Luciana, empeorando el ya tenso vínculo madre-hijo.

Justo en ese momento, Matteo había logrado zafarse de los guardaespaldas de Henley y regresó con refuerzos.

Con una señal, los guardaespaldas que Matteo había traído procedieron a asegurar a Henley.

La noticia de la lesión de Mitchel se había mantenido en secreto hasta que de alguna manera se filtró, lo que llevó a Alexis a aprovechar la oportunidad para reconocer la identidad de Henley.

La inesperada llegada de Henley cogió por sorpresa a Matteo, lo que provocó la agitación en la habitación del hospital.

Los guardaespaldas de Henley eran formidables, enfrentándose a los que intentaban capturar a Henley.

Henley sonrió satisfecho. «Eh, no armes jaleo. ¿Es esta tu forma de saludarme?»

La mirada de Mitchel se volvió agudamente intensa. «Simplemente descanso un poco y aparecen todo tipo de alborotadores».

Entonces dio instrucciones a Matteo: «Deshazte de toda la gente irrelevante».

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