Capítulo 524:

Raegan sintió dudas, pero Mitchel desvió la conversación antes de que pudiera seguir preguntando.

Acomodándose en el sofá, Raegan se fijó en la herida cubierta por el vendaje del brazo de Mitchel, recordando vívidamente su grave hemorragia. Su preocupación se apoderó de ella y le preguntó: «¿Ya tienes bien el brazo? ¿Todavía te duele?»

Mitchel la miró atentamente, enarcando una ceja, y dijo: «¿Estás preocupada por mí?».

Su voz era profunda y tranquilizadora, inesperadamente suave.

Raegan sintió que se le encendían las mejillas, pero asintió de todos modos. Teniendo en cuenta que él la había ayudado de nuevo, expresar preocupación parecía lo correcto…

Una sensación de satisfacción floreció en Mitchel, sintiendo que la herida merecía la pena si significaba ganarse un lugar en sus pensamientos. Le dedicó una pequeña sonrisa. «Es sólo un pequeño corte».

Raegan expresó su escepticismo: «¿Menor? Has sangrado bastante…»

Mitchel explicó: «Me tapé la mayor parte con el codo, así que no era profundo. Está cicatrizando bien y no necesité puntos».

Luego, le pellizcó ligeramente la mejilla, tratando de tranquilizarla. «No te preocupes».

Sintiendo el calor de su contacto, Raegan apartó la mirada, tratando de ocultar su turbada mente.

Mitchel, encontrando divertida su reacción, se burló de ella: «Vamos. ¿No estás preocupada por mí?».

Parecía confiado en su respuesta.

Desafiante pero avergonzada, Raegan replicó: «¿Quién se preocupa por ti?».

Sin embargo, Mitchel, al captar su mirada evasiva, encontró encantadora su negación.

Sujetándole suavemente la cara, le preguntó en voz baja: «¿Seguro que no estás preocupada por mí?».

Su profunda mirada reflejó el rostro sonrojado de Raegan, cuyo pulso se aceleró.

Con un suave golpecito en la barbilla, Mitchel se burló: «Siempre niegas tus sentimientos…».

Su tono burlón aumentó la vergüenza de Raegan. «¡Deja de hacer suposiciones!», soltó ella, intentando levantarse para escapar del ambiente cada vez más caldeado.

«¿Por qué te precipitas?» Mitchel la agarró de la mano, haciéndola caer sobre su regazo sin querer.

«¡Ay!» exclamó Raegan.

El calor de las piernas de Mitchel era intenso, provocando una reacción inesperada en Raegan para apartarse.

Sin embargo, el agarre de Mitchel la acercó, colocándola de lado contra él.

Sorprendida, Raegan le rodeó el cuello con los brazos instintivamente.

Delante de ellos había una gran ventana de cristal, que actuaba como un espejo en el que se reflejaban sus imágenes íntimas.

La mano de Mitchel estabilizaba la cadera de Raegan, mientras su brazo herido rodeaba su cintura.

Raegan se encontró en una postura que aceleraría sus pulsaciones.

Cuando Mitchel vio sus orejas enrojecidas, sintió un impulso y su mirada se volvió más intensa. «No exageraba», susurró.

«Eres increíblemente suave…».

Raegan se quedó sin palabras. Su comentario fue escandalosamente atrevido, lo que hizo que su rostro se sonrojara aún más.

El aire que la rodeaba se cargó de una tensión tácita.

La yema del dedo de Mitchel acarició ligeramente el lóbulo de la oreja de Raegan, insinuando algo más.

Las mejillas de Raegan enrojecieron. Se sentía totalmente expuesta bajo su mirada, como si él pudiera ver a través de ella.

El calor en los oídos de Raegan se intensificaba por momentos. Por primera vez, se dio cuenta de cómo las caricias podían evocar sensaciones tan profundas y conmovedoras, haciendo que todo su ser se sintiera ligero y agitado por la intensidad de todo aquello.

Aferrándose a una pizca de cordura, Raegan intentó resistir la atracción de sus emociones. Consiguió decir, aunque con dificultad: «Mitchel, no…».

Pero el tacto de Mitchel permaneció en el lóbulo de su oreja, sin mostrar signos de detenerse. «No… ¿Qué?» Su voz, mezclada con un ronco anhelo, sugería que estaba listo para más travesuras.

Con la cara enrojecida, Raegan le recordó suavemente: «Éste no es el lugar adecuado».

La mirada de Mitchel se intensificó, su tono sugería más de lo que las palabras podían.

«Entonces, ¿sería diferente si estuviéramos en mi casa?».

Raegan se quedó muda ante su insinuación, y su mente se aceleró en busca de una respuesta.

Al ver su reacción, Mitchel aprovechó el momento para darle un beso rápido en los labios.

En ese momento, Luis salió del laboratorio. «Todo va bien con el…».

Sus palabras se interrumpieron al verlos y dijo rápidamente: «Os dejo…».

Luis se apresuró a salir, marchándose tan rápido como pudo.

Raegan deseó desvanecerse en el aire, con la vergüenza a flor de piel.

«¡Suéltame!» Raegan exigió, golpeando suavemente el pecho de Mitchel, su vergüenza tambaleándose al borde de las lágrimas.

Mitchel, reconociendo su aguda timidez, la soltó, permitiéndole levantarse por sí misma.

Raegan echó humo, diciendo: «¡He dicho que aquí no, así no!».

Sólo pensar en la mirada de Luis llenaba a Raegan de absoluta vergüenza.

¿Cómo podía mirar a Luis a los ojos después de esto?

«Mis disculpas. La próxima vez seré más considerado», prometió Mitchel.

Raegan estaba desconcertada. «¡Qué quieres decir con ‘la próxima vez’!».

Mitchel no pudo contener una risita ante su indignación.

Para evitar a Luis, Raegan se quedó en el vehículo de Mitchel, mientras éste se acercaba a Luis para comprobar los resultados del chequeo de Raegan.

Una vez dentro del coche, Mitchel le dijo a Raegan: «He revisado el informe. No hay problemas».

La ansiedad de Raegan se calmó ligeramente, pero la preocupación de Mitchel aumentó. «Tienes que permanecer alerta. Estamos investigando a los cerebros detrás de todo esto. No creo que esa guardaespaldas femenina sea suficiente para ti. Voy a asignarte más para protegerte».

Mitchel dudaba de la profesionalidad de Víctor, el guardaespaldas elegido para Raegan por Erick. Incluso hasta ahora, Víctor no estaba a la vista, dejando a Raegan sola para hacer frente a la situación.

En realidad, Víctor se había tomado un tiempo libre personal, y Raegan no había informado a Erick, suponiendo que las cosas habían estado relativamente tranquilas últimamente.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar