Capítulo 517:

«Fuiste tú quien me apuñaló. No me habría herido si no es por ti. No puedes acompañarme unos días más?».

«Entonces, limítate a denunciarme a la policía». A Nicole ya no le importaba. Y añadió con indiferencia: «Después de todo, fuiste tú quien intentó hacerme daño primero. Yo sólo me defendí».

«Nicole, puede que mi herida fuera accidental. Pero realmente quieres que muera, ¿verdad?». Cuando Jarrod dijo esto, sus ojos se oscurecieron. No podía olvidarlo. En aquel momento, Nicole le había mirado con ojos que deseaban su muerte.

Nicole se rió como si hubiera oído un chiste. «Jarrod, no me digas que te acabas de dar cuenta de que hace tiempo que deseo tu muerte».

Jarrod enarcó una ceja y sonrió con autodesprecio. «Ya lo sabía. Pero mientras estés vivo, no quiero morir».

Las comisuras de los labios de Nicole se crisparon. «¿Qué? ¿Quieres morir conmigo?».

Jarrod miró a Nicole sin decir nada. Su respuesta era evidente.

Nicole se quedó callada. Pensó que estaba realmente loco.

Nicole se inclinó ligeramente hacia delante y le levantó la barbilla con sus delicados dedos. Lo miró juguetonamente y se rió por lo bajo. «¡Jarrod, debes de estar soñando! Nunca he hecho nada malo en mi vida. Cuando muera, iré al cielo. ¿Y tú? Definitivamente irás al infierno».

Su mirada recorrió su hermoso rostro como si lo escrutara. Sus hermosos ojos estaban llenos de odio y repugnancia no disimulados. «Estamos en caminos diferentes, ¿sabes?»

Cuando Jarrod vio el asco y el odio en los hermosos ojos de Nicole, su expresión se ensombreció. ¿Cómo podía soportar la idea de que Nicole le abandonara?

Al pensarlo, su expresión se volvió fría. Rodeó su esbelta cintura con el brazo y le dijo con voz fría y profunda: «Entonces, quédate conmigo en este mundo. Nunca nos separaremos».

Le rodeó la cintura con el brazo aún más fuerte, pensando que siempre debía pertenecerle sólo a él.

Nicole se echó a reír. Jarrod le parecía a veces ingenuo y ridículo. Lo miró y le preguntó: «¿Aún esperas que me quede contigo para siempre después de todo el daño que me has causado a mí y a mi familia?».

El ceño de Jarrod se frunció con fuerza. Su brazo alrededor de la cintura de ella inconscientemente se apretó más. «Nicole, ¿por qué no puedes intentar dejar atrás esos agravios y aceptarme de nuevo en tu vida? Te prometo que no dejaré que nadie vuelva a hacerte daño».

«Jarrod, nadie puede hacerme daño. Sólo tú puedes hacerlo. Me haces daño todo el tiempo. ¿Esperas que olvide esos agravios? ¿Has olvidado que somos enemigos?»

Con Nicole entre sus brazos, Jarrod sintió que cada palabra que ella decía resonaba en su corazón.

Nicole dijo palabra por palabra en tono frío: «Jarrod, nunca estaré en el mismo mundo que tú. Es imposible ahora y nunca lo será en el futuro».

La palma de la mano de Jarrod se puso rígida. Guardó silencio durante un rato. Luego, sus delgados dedos levantaron lentamente el impresionante rostro de ella, cubierto de lágrimas. La miró a los ojos y replicó con firmeza: «No importa. Mientras recuerdes que fui la primera persona que se acostó contigo y la que te tiene en mis brazos ahora mismo, me basta».

Tras decir esto, Jarrod bajó la cabeza y besó sus labios con fiereza. Antes del beso, murmuró con voz casi inaudible: «Nicole, haré que vuelvas a mi mundo pase lo que pase».

Nicole hervía de rabia y se esforzaba por liberarse, pero tenía la muñeca bien sujeta. Decidió no provocar más a Jarrod, sabiendo que agravar su herida una vez ya era pasarse. Dado su carácter imprevisible, podría reaccionar de forma aún más salvaje.

Nicole pretendía reivindicar a la familia Lawrence, no enredarse en un enfrentamiento inútil que no perjudicaría lo más mínimo a Jarrod.

Cuando Nicole detuvo sus frenéticos intentos de forcejear, Jarrod le sujetó firmemente la nuca y la acercó a él.

Su beso fue intenso. Parecía que Jarrod pretendía apagar la furia de Nicole con su calor. Encontró placer en su eventual sumisión a él y agradeció en silencio su sabiduría al no forzar más sus límites. Después de todo, no estaba seguro de cómo habría reaccionado de otro modo.

La cicatriz sobre la ceja de Jarrod le daba un aspecto feroz, y sus musculosos brazos demostraban su fuerza, controlando la situación.

Jarrod sólo soltó a Nicole después de que su cara se sonrojara por el prolongado beso.

Los ojos de Nicole contenían un profundo desdén, y cada mirada que dirigía a Jarrod le atravesaba el corazón con una punzada de incomodidad.

Antes de que Nicole pudiera expresar sus quejas, Jarrod dijo: «¿No pensabas volver al trabajo? Antes de que te vayas, necesito reclamarte algo de azúcar».

A Nicole le pilló desprevenida. Se había preparado para que él le dificultara la salida, sin prever este giro.

Pero reaccionó rápidamente. ¿Qué quería decir con esas palabras? ¿Pretendía aprovecharse de ella sin cesar? ¡Imposible!

Con fiereza, Nicole se frotó los labios, como si borrara un residuo desagradable, y espetó: «No esperes ninguna cortesía de mi parte la próxima vez que intentes algo».

Jarrod sonrió y dijo: «Espero que no me muestres ninguna». Eso haría las cosas más intrigantes. No era una persona decente desde el principio, así que ¿por qué iba a molestarse en interpretar el papel de un caballero? Eso era todo un reto para él.

Sin palabras ante su audacia, Nicole decidió que era inútil seguir debatiendo. Cuando se levantó para marcharse, él volvió a agarrarla por la muñeca. Con el rostro enrojecido por la furia, preguntó enfadada: «¿Qué más quieres?».

El recordatorio de Jarrod fue casi casual: «Sólo recuerda no cruzar mis líneas, ¿de acuerdo?».

Era su segunda advertencia.

¿Absurdo? Absurdo. Nicole escrutó la expresión de Jarrod pero no detectó ningún signo de que se diera cuenta de nada.

Disimulando sus verdaderos sentimientos, Nicole replicó con sarcasmo: «Jarrod, ¿sabes siquiera lo que es una línea?».

Jarrod la soltó, ofreciéndole una leve sonrisa, y dijo: «No pretendo hacerte daño».

Esta era la esencia de Jarrod, despojado de cualquier disfraz. Un loco capaz de cualquier cosa con tal de satisfacer sus deseos.

A Nicole se le llenaron los ojos de lágrimas mientras lo miraba en silencio, y dijo: «Jarrod, ahórrate tus justificaciones. Siempre que dices eso, no es más que una excusa para manipularme haciéndome daño. No permitiré que tengas esa satisfacción».

Jarrod arqueó una ceja, aparentemente no afectado por la percepción de Nicole sobre sus verdaderas intenciones. «Ten en cuenta que estamos juntos en esto, para bien o para mal».

Nicole sintió que el asco la invadía y se le puso la piel de gallina. No veía la hora de alejarse de él, ¡deseando irse en ese mismo instante!

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