Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 482
Capítulo 482:
Katie surgió por detrás, con la mirada fija en Raegan. «¿Qué te trae por aquí?», preguntó ella.
Katie estaba allí de pie, exudando un aire de arrogancia como si fuera la legítimamente casada con Mitchel.
Si Raegan no hubiera sabido la verdad, podría haberse creído la fachada. Pasando por alto la presencia de Katie sin decir palabra, se dirigió a la puerta, sólo para encontrarse con que Katie le bloqueaba el paso bruscamente.
Un escalofrío, teñido de malicia, brilló en los ojos de Katie mientras curvaba los labios en una sonrisa desdeñosa. «Ya puedes darte la vuelta e irte. Como prometida de Mitchel, es mi responsabilidad cuidar de él. Tus visitas son innecesarias», declaró con una autoridad injustificada.
La expresión de suficiencia que se dibujó en el rostro de Katie sólo sirvió para divertir a Raegan.
Raegan había albergado una pizca de esperanza de que Katie poseyera más ingenio que Lauren, pero ahí estaba, demostrando no ser mejor. Tanto Lauren como Katie parecían compartir una inclinación por tejer mentiras con poca consideración por la verdad.
Raegan no veía el valor de malgastar su tiempo en enfrentamientos tan triviales. Su único propósito era comprobar el bienestar de Mitchel, impulsada por el hecho de que se hubiera desmayado en su casa. La idea de que sufriera algún daño mientras estaba bajo su techo la inquietaba profundamente.
Raegan no tenía ningún interés en desenmascarar la farsa de Katie. Con tono gélido, le exigió: «Por favor, apártese».
«¡Qué atrevimiento!» Katie, incapaz de mantener una fachada de gracia ante la provocación, replicó con sorna: «¿Quieres ser una amante?».
Katie se había cruzado con Raegan suficientes veces como para creer que la etiqueta de «amante» era el talón de Aquiles de Raegan. Al lanzar esta acusación, Katie pretendía disipar a Raegan.
Sin embargo, la reacción de Raegan fue de serena indiferencia, sus labios se curvaron en una leve sonrisa mientras planteaba una pregunta punzante: «Señorita Glyn, ¿está sugiriendo que Mitchel la ha reconocido como su prometida?».
La mirada de Katie brilló con una pizca de desafío, su voz cargada de una seguridad poco convincente. «Así es. Es de dominio público que somos pareja. Ahórrate tus intentos de crear problemas. Basta ya de afirmaciones infundadas».
La expresión de Raegan se volvió gélida ante la audacia de Katie. La desfachatez de sus mentiras era asombrosa. «¿Ah, sí? ¿Por qué no verificamos tu afirmación preguntándole directamente?». propuso Raegan, con tono firme y desafiante. «¿Qué le parece, señorita Glyn? ¿Tiene el valor?»
«Usted…» Katie se quedó sin palabras, su ira la dejó sin habla.
Raegan, con la mano en el pomo de la puerta, preguntó con curiosidad: «Señorita Glyn, ¿quiere entrar? ¿O continúo sin usted?»
«¡No puede entrar!» El arrebato de Katie se produjo con el rostro contorsionado, signo evidente de su agitación.
Raegan no pudo evitar que una sonrisa sardónica adornara sus facciones.
Al ver la reacción de Raegan, Katie cayó en la cuenta. Raegan la había engañado. Sin darse cuenta, había confesado la falsedad de su compromiso con Mitchel.
Katie, ahora furiosa, acusó: «¿Te estás burlando de mí?». En su opinión, Raegan no era más que una humilde adversaria, indigna de participar en semejante astucia.
Sin embargo, fue Raegan quien se mantuvo inquebrantable, y su réplica cortó la tensión. «Entonces, señorita Glyn, ¿por qué elige ser una mentirosa cuando podría ser una persona decente?».
Las palabras de Raegan fueron un agudo reproche a la farsa de Katie, dejando al descubierto la fachada a la que Katie se aferraba tan desesperadamente.
El rostro de Katie se retorció de ira. ¡Esta zorra! ¿Se atrevía Raegan a burlarse de ella?
Sin embargo, tan rápido como la ira de Katie estalló, se desvaneció, reemplazada por una fachada serena.
Con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, Katie dejó de actuar. «Entonces, ¿Mitchel te ha confiado que nuestra relación es meramente para aparentar, adaptada a la situación del momento?».
Raegan permaneció en silencio, desconcertada por la repentina admisión de Katie.
Con una sonrisa equilibrada, Katie ofreció una explicación: «¿Te preguntas por qué estamos montando esta farsa? El padre de Mitchel intenta despojarlo de su autoridad. Para conservar su posición dentro de la empresa, Mitchel eligió aliarse conmigo».
La respuesta de Raegan fue fría y mesurada. «Soy consciente».
Katie se quedó sin palabras al ver frustrados sus planes. Sus puños se cerraron con frustración, y se enfureció internamente. Mitchel se lo había contado todo a Raegan. Sin embargo, había un detalle que Mitchel había omitido, simplemente porque él mismo no lo sabía.
Vistiendo una apariencia de tranquilidad, Katie planteó otra pregunta: «¿Conoces la razón del deseo del padre de Mitchel de socavar a Mitchel?».
Raegan estaba perdida. Alexis no parecía encajar en el molde de un padre cariñoso. Parecía más interesado en manipular a Mitchel como si fuera una pieza de ajedrez.
Antes de que Raegan pudiera expresar su confusión, Katie desveló más de la historia con una sonrisa socarrona. «El padre de Mitchel se enfureció al enterarse del matrimonio de Mitchel contigo y de su negativa a ser controlado. Su padre no lo ve más que como una herramienta, optando en su lugar por apoyar al hermanastro de Mitchel para el codiciado puesto».
La expresión de Raegan registró conmoción. «¿Qué?»
Mitchel tenía un medio hermano, una revelación inesperada que sugería una compleja dinámica familiar dentro del linaje Dixon.
Katie, disfrutando de su victoria, no pudo ocultar su suficiencia.
«Es seguro que Mitchel se casará conmigo. Me necesita», declaró, con un tono rebosante de arrogancia.
Esta afirmación pareció quitarle un peso de encima a Katie. En su opinión, Raegan no tenía ninguna posibilidad. Carente de riqueza e influencia, Raegan no representaba ninguna amenaza para sus aspiraciones.
Con una mueca, Katie añadió: «Luciana llegará en breve. Le sugiero que se marche lo antes posible. No tiene muchas ganas de encontrarse contigo».
La mano de Raegan, que había estado a punto de abrir la puerta, se detuvo. El caos del momento le había hecho pasar por alto realidades y personajes desagradables de los que deseaba distanciarse. La mención de Luciana, Alexis y las cargas del pasado provocaron un momento de introspección.
Raegan bajó la cabeza. ¿Por qué molestarse en abrir esta puerta? ¿Podría realmente haber un futuro para ella con Mitchel? La realidad se hizo eco de un no rotundo.
Todo lo que Raegan buscaba era tranquilidad, pero la presencia de Mitchel invariablemente perturbaba su paz. Reconociendo la inutilidad de aferrarse, se dio cuenta de que había llegado el momento de cortar lazos. Su visita era simplemente para ver si él estaba bien. Más allá de eso, enredarse más sólo conduciría a la angustia.
Katie, observando el delicado rostro de Raegan, reprimió sus impulsos maliciosos. Lanzó una última advertencia: «Aléjate de Mitchel. Estás persiguiendo ilusiones».
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