Yo soy tuya y tú eres mío
Capítulo 320

Capítulo 320:

El tiempo voló, y cinco años pasaron rápidamente.

El Aeropuerto Internacional de Ardlens bullía de gente en ese momento .

De repente, un niño adorable y delicado bloqueó el camino de un hombre guapo y alto y le preguntó con voz dulce: «Disculpe, ¿ha visto a mi mamá?».

A la salida del aeropuerto, un hombre indiferente frunció el ceño.

Al ver a una niña bloqueando el paso de Mitchel, Matteo, que estaba detrás de él, se adelantó rápidamente.

Matteo se agachó y preguntó a la niña con suavidad: «¿Buscas a tu madre?».

La niña tenía los ojos grandes con pestañas espesas y llevaba un vestido color cereza. Parecía una princesita. Estaba claro que era una niña bien protegida por su familia.

Al oír las palabras de Matteo, asintió con la cabeza. Llevaba el pelo recogido en dos moños, lo que le daba un aspecto inocente y obediente que derritió el corazón de Matteo.

«Déjame llevarte con alguien que trabaja en el aeropuerto y te ayudará a encontrar a tu madre, ¿de acuerdo?». dijo Matteo con suavidad.

Sin embargo, la niña negó con la cabeza y se puso de puntillas, buscando los dedos de Mitchel con su manita regordeta. Preguntó con voz dulce: «Señor Guapo, ¿me presta su teléfono para llamar a mi mamá?».

Matteo se sorprendió al ser ignorado. ¿Quién iba a pensar que una niña tan pequeña se sentiría atraída por un hombre tan guapo?

Carraspeando para ocultar su vergüenza, Matteo sugirió: «¿Qué tal si te llevo a recepción? Pueden emitir un mensaje para ti. Así, tu madre te localizará más rápido».

Cuando la niña escuchó sus palabras, bajó la cabeza y asintió decepcionada.

El corazón de Mitchel se ablandó. Su expresión le recordó a otra persona.

En ese momento, Mitchel sintió una punzada en el corazón. Fue como si una aguja se hubiera clavado en él.

Cuando Matteo se disponía a escoltar a la niña hasta el personal del aeropuerto, la voz grave de Mitchel le detuvo: «Espera un momento».

Mitchel se inclinó, clavando la mirada en los hermosos ojos de la niña, y preguntó: «¿Quieres usar mi teléfono para llamar a tu madre?».

«Sí, señor Guapo», respondió la niña, asintiendo enérgicamente. Sus ojos cristalinos hicieron que el corazón de Mitchel diera un vuelco.

Inesperadamente, una calidez envolvió el corazón de Mitchel. Cogió su teléfono y se lo entregó a la niña.

Los ojos de Matteo se abrieron de sorpresa al verlo. Por lo que él sabía, Mitchel se había dedicado exclusivamente al trabajo, sin prestar apenas atención a nada más en los últimos años. Sin embargo, allí estaba Mitchel, prestando su teléfono a una niña que acababa de conocer por primera vez. Para Matteo fue realmente asombroso.

La niña marcó un número con su pequeña mano y la llamada fue atendida rápidamente.

«Mamá», exclamó emocionada la niña.

La voz al otro lado era tan familiar que dejó a Mitchel momentáneamente aturdido en cuanto la oyó.

«Mami, estoy junto a la señal amarilla», respondió Janey.

«Vale, no te muevas. Mami te recogerá ahora mismo», tranquilizó la voz, cargada de ansiedad.

En la exclusiva sala VIP, Raegan colgó apresuradamente el teléfono, y su ansiedad la hizo levantarse de un salto de su asiento. El repentino movimiento la dejó mareada y luchó por mantener el equilibrio.

«¡Raegan!» Un hombre apuesto detrás de Raegan soltó su agarre del baúl de equipaje y rápidamente la agarró del hombro. «¿Estás bien?»

Preocupado por el bienestar de Raegan, Erick Foster tiró de ella para abrazarla.

Raegan aún se sentía un poco mareada cuando respondió: «Quizá me levanté demasiado deprisa».

Sujetándola bien, Erick la acomodó suavemente en el asiento.

Después de asegurarse de que estaba bien, le dijo: «Espera aquí. Iré a buscar a Janey».

Mientras tanto, Mitchel estaba escultural con un traje de alta gama, irradiando una mezcla de atractivo y arrogancia. La voz femenina seguía resonando en su mente. No pudo evitar sentir que sonaba parecida a la de Raegan.

Al darse cuenta del inminente retraso de su reunión, Matteo dijo: «Señor Dixon, ¿por qué no se adelanta? Yo me quedaré aquí con la niña y le alcanzaré más tarde».

Sin embargo, Mitchel replicó fríamente: «¿Por qué tanta prisa?».

Esta inesperada intervención sorprendió a Matteo. A Matteo nunca se le había pasado por la cabeza que Mitchel se entrometiera algún día en los asuntos de los demás.

Haciendo caso omiso de la expresión desconcertada de Matteo, Mitchel se recompuso y preguntó en un tono más suave: «¿Te llamas Janey?».

«Sí», respondió Janey.

«¿Cuántos años tienes?» preguntó Mitchel.

«Cumpliré cuatro dentro de unos meses». Janey miró a Mitchel con sus ojos grandes y llorosos, respondiendo a cada pregunta con inocencia sincera.

Mitchel le parecía excepcionalmente guapo y deseaba secretamente que fuera su padre.

Bajo la mirada de adoración de Janey, Mitchel sintió una calidez en el corazón.

Sin embargo, se dio cuenta de algo. Su edad no coincidía con la del bebé de Raegan.

Intentando descubrir la verdad, Mitchel la engatusó pacientemente: «¿Puedes decirme el nombre de tu madre?».

Los ojos de Janey se abrieron de par en par de emoción en cuanto Mitchel planteó la pregunta.

Janey no pudo evitar pensar que Mitchel debía de haber percibido su deseo de que él fuera su papá, lo que le impulsó a preguntarle por el nombre de su mamá.

«Mi mamá se llama…» Janey estaba a punto de soltarlo.

Sin embargo, antes de que pudiera terminar, intervino una profunda voz masculina. «¡Janey Foster!»

Al oír su nombre completo, Janey se estremeció e instintivamente se tapó la boca.

«Gracias por cuidar de mi hija», dijo Erick, estrechando a Janey entre sus brazos mientras se dirigía a Mitchel.

Sin embargo, cuando los ojos de Erick se posaron en el rostro de Mitchel, su expresión cambió de repente, la tensión se instaló en su rostro.

El sutil cambio en la expresión de Erick no pasó desapercibido para Mitchel. Frunció el ceño mientras miraba a Erick de pies a cabeza.

Sin embargo, Erick recuperó rápidamente la compostura.

Justo entonces, el personal del aeropuerto se acercó y preguntó: «Señor Foster, ¿es ésta la joven que estaba buscando?».

Erick afirmó: «Sí, lo es».

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