Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 288
Capítulo 288:
Una noche en la que, tras suplicar, Mitchel le había mostrado un poco de misericordia, aunque la duración había sido insoportable para Raegan.
Se preguntó qué había llevado a Mitchel a tales extremos.
Decidida a iniciar una conversación tranquila aquella noche, Raegan esperó a Mitchel.
Mitchel salió de la ducha, menos intimidante en pijama azul marino, con el pelo húmedo.
Buscando aliviar la tensión, Raegan preguntó despreocupadamente: «¿Has cenado?».
«Sí», respondió Mitchel escuetamente.
«¿Tienes sed?», continuó ella, decidida a romper el hielo.
Mitchel le sostuvo la mirada un momento y luego asintió.
Raegan le sirvió un vaso de agua a Mitchel, que estaba apoyado en la cama, absorto en la última revista.
Cuando vaciló en darle el vaso, Mitchel la agarró por la muñeca.
Dejó el vaso sobre la mesilla y, con un suave tirón, Raegan se encontró inesperadamente sentada en su regazo, con las mejillas sonrojadas por la sorpresa.
«¡Ah!» Sobresaltada, Raegan soltó un grito. Intentó levantarse, pero Mitchel le sujetó firmemente el tobillo.
Le frotó despreocupadamente los huesos salientes del tobillo mientras le preguntaba con tono gélido: «¿Tienes algo que decirme?».
Intentando mantener la calma, Raegan respondió: «Tengo trabajo que atender. ¿Puedo ir mañana a la empresa?».
«No hace falta que te molestes más con eso».
Confundida y alarmada, Raegan respondió: «¿Qué quieres decir?».
Mitchel reveló: «He arreglado tu dimisión con tu jefe. Ya estás libre del trabajo. ¿No estás contenta?».
Esta noticia enfureció a Raegan. Su intención era mantener una conversación civilizada, pero la ira se apoderó de ella.
«¡Mitchel, no tenías derecho a decidir eso por mí! Era mi trabajo, mi decisión.
¿Por qué lo has hecho sin preguntarme?».
Su carácter autoritario era inconfundible. Esta vez, su frustración alcanzó nuevas cotas.
«¿Necesitas preguntar por qué?» replicó Mitchel, llevándole la mano a la barbilla con una mueca escalofriante. «Porque soy tu marido».
Su sonrisa era fría y provocó un escalofrío en Raegan.
El miedo se apoderó de Raegan, recordándole aquella angustiosa noche. Le preocupaba que cualquier otra provocación pudiera llevarla a repetir aquella terrible experiencia.
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