Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1636
Capítulo 1636:
Hallie, al detectar su silencio, se convenció de que Jarrod sólo intentaba engañarla para que confesara. «¿Quién te ha transmitido ese absurdo rumor? Está claro que alguien se esfuerza por sembrar la discordia entre nosotros. Nunca le he pedido dinero prestado a tu madre y me he olvidado de devolvérselo».
Jarrod preguntó: «¿Sigues dudando en revelar la verdad?».
Jarrod sintió una profunda decepción. Hacía poco, el ama de llaves se había topado con un cuaderno meticulosamente detallado en el que figuraban las finanzas personales de su madre, Giselle. El cuaderno revelaba inequívocamente cómo Hallie había pedido prestados doscientos mil dólares, que eran los ahorros de la propia Giselle.
El préstamo se había obtenido en la época en que Hallie abrió su salón de belleza.
Hallie incluso había manipulado a Giselle para que invirtiera en el negocio, y la mitad del capital inicial de Hallie procedía de Giselle.
Hallie había persuadido astutamente a Giselle de que convertirse en socia legal del negocio podría afectar negativamente a Jarrod, posicionándose de hecho como la única propietaria del salón.
Se trataba esencialmente de un negocio que Hallie había obtenido sin aportar un solo céntimo.
Tras el desafortunado fallecimiento de Giselle, Hallie era la única conocedora del dudoso acuerdo.
Posteriormente, para cubrir sus huellas, Hallie tropezó con el pagaré que había escrito para Giselle y se limitó a destruirlo, sin dejar prueba alguna de la deuda que tenía.
Jarrod no descubrió la ausencia de las joyas de su madre hasta después de su funeral, lo que le llevó a sospechar firmemente de la implicación de Hallie en su desaparición.
Afortunadamente, la madre de Jarrod había dejado ese cuaderno como prueba. Sin él, Jarrod habría permanecido perpetuamente ignorante, continuando considerando a Hallie como una benefactora mientras estaba ciego a su duplicidad.
Al principio, Jarrod mostró poco interés en seguir con el asunto. Su parentesco era innegable y Hallie y Doreen se contaban entre los parientes más cercanos que le quedaban.
Además, Doreen había sido una niña dulce y vivaracha que siempre admiraba a Jarrod. Jarrod se inclinaba por dejar pasar el asunto, razonando que no necesitaba necesariamente el dinero y que no merecía la pena más conflictos.
Sin embargo, Hallie resultó ser un problema implacable. Incluso había corrompido a Doreen, transformándola de una dulce niña en alguien revoltosa y desafiante.
Ahora, ante esta última revelación, Hallie se atrevía a continuar sus intentos de manipular a Jarrod con falsas afirmaciones de bondad pasada. Jarrod ya no podía ignorar la verdad.
Hallie mantuvo su postura, ignorando firmemente la acusación. En su lugar, replicó: «Jarrod, aunque comprendo tu reticencia a ayudarnos, inventar acusaciones infundadas contra mí es inaceptable. No tengo ninguna obligación con tu familia.
Reconozco tu afecto por esa mujer y tu disposición a hacer todo lo posible por ella. Sin embargo, sustituir a Doreen en su lugar es injustificable. Usted ha sido testigo de la maduración de Doreen. ¿De verdad puedes soportar presenciar su angustia?».
Hallie desvió hábilmente la conversación de su deuda pendiente y volvió a centrarla en Jarrod. Era evidente que poseía talento para la manipulación.
«Poseo los medios para escudriñar los entresijos financieros, incluida la génesis de tu salón de belleza, financiado por mi madre. ¿De verdad creías que permanecía ajena?».
Mientras las palabras de Jarrod se prolongaban, Hallie se vio incapaz de mantener por más tiempo su fachada de ignorancia. Un grito escapó de sus labios mientras suplicaba.
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