Capítulo 1581:

Finalmente, Nicole divisó una figura familiar. No era otra que Ethel. Ethel se había puesto ropa de paisano, lo que indicaba que sus colegas probablemente se estaban preparando para detener a Brett.

Nicole miró a Callie, que permanecía inmóvil. Rompiendo el silencio, Nicole habló en voz baja: «Hemos llegado. ¿No te gustaría ver a tu padre?».

Mientras las palabras de Nicole flotaban en el aire, se produjo un repentino alboroto en las inmediaciones. Un hombre vestido con un abrigo negro luchaba contra Ethel y sus colegas, que lo habían inmovilizado en el suelo.

El corazón de Nicole se aceleró y sus instintos se pusieron en marcha para detener el avance de Callie. «Espera un poco más. Aún no puedes ver a tu padre».

Motivada por proteger a Callie de la angustia de presenciar el arresto de su padre, Nicole le impidió salir del vehículo.

A pesar de la posible implicación de Brett en la caída de Wesson, Nicole reconoció el firme afecto de Brett por Callie. Brett había desempeñado siempre el papel de padre devoto y cariñoso durante toda la crianza de Callie.

La madre biológica de Callie había abandonado a su familia al comprender la gravedad de la enfermedad de Callie, incapaz de hacer frente a las exigencias de su cuidado. Brett, que tuvo que criar solo a su hija enferma y a sus ancianos padres, se negó rotundamente a perder la esperanza en la recuperación de su hija.

Nicole temía empañar este amor paternal a los ojos de Callie.

Callie, serena y obediente, permaneció sentada en el coche.

La mirada de Nicole permaneció fija en la escena que se desarrollaba. Ethel conversó con el hombre que estaba en el suelo y luego le ayudó a ponerse en pie. Antes de que el hombre pudiera darse la vuelta, Callie intervino bruscamente por detrás, con voz apenas audible: «¿Por qué perseguís todos a mi padre?».

Nicole se quedó sorprendida. Se volvió hacia Callie.

«Ese hombre no es mi padre, Nicole». Callie por fin reconoció la identidad de Nicole. «Y nunca lo encontrarás».

Nicole miró el teléfono que Callie tenía en la mano y cayó en la cuenta. El teléfono de Callie estaba activo. Callie debía de haber avisado a Brett de su persecución, dándole tiempo suficiente para desaparecer.

Ethel y sus colegas se rascaron la cabeza confundidos, pero el hombre fue detenido.

Ethel llamó a Nicole. «El hombre que acabamos de detener no es Brett. Es un ladrón de coches», dijo, con clara frustración en la voz.

Nicole recordaba vívidamente el comportamiento errático del hombre y su precipitado intento de huir cuando se dio cuenta de que se acercaban los agentes encubiertos.

«Soy consciente», respondió Nicole, con la mirada fija en Callie.

«¿Dónde estáis? ¿Y Callie?» preguntó Ethel. El conductor detenido había confesado que sus actos estaban impulsados por un deseo irrefrenable.

«Está aquí conmigo», respondió Nicole.

Ethel, que aún desconocía toda la situación, sugirió: «Mantenla cerca por ahora. Intenta hacerla hablar y ver si sabe dónde está su padre».

«Lo haré», respondió Nicole. Terminó la llamada bruscamente, incapaz de divulgar más detalles debido a la presencia de Callie. «Callie, ¿cuándo te diste cuenta de quién era yo?».

Los ojos de Callie se abrieron de par en par mientras estudiaba el rostro de Nicole. «Después de la llamada telefónica. Me importas mucho. ¿Cómo no iba a reconocerte?».

El comportamiento inocente de Callie irradiaba un afecto genuino por Nicole.

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