Capítulo 1539:

Abrumada, Nicole permaneció en silencio mientras la multitud coreaba fervientemente, empujándola hacia el altar. Era plenamente consciente de que se trataba de la estratagema del jefe de etiquetarla como una fuerza malévola para redirigir la rabia colectiva hacia ella.

Agarrando su cuchillo con firmeza, Nicole se enfrentó al jefe con gélida determinación. «Basta ya de mentiras y manipulaciones. Libera a Roscoe ahora, o acabaré con esta mujer y expondré los mitos de la eterna juventud y la inmortalidad como meras invenciones. No es más que una chica normal».

Con estas palabras, Nicole presionó el cuchillo contra el cuello de Emerie, haciendo que la sangre goteara. Emerie soportó la agonía pero se convenció a sí misma de que se debía simplemente a su insuficiente entrenamiento. Se dijo a sí misma que lo único que necesitaba era más dedicación.

Con determinación, Emerie gritó al jefe: «Jefe, no se preocupe por mí. Esta endemoniada no puede hacerme daño. Concéntrate en derrotar a su espíritu maligno y salvaguardar nuestro viaje».

Antes de que el jefe pudiera responder, Emerie agarró el cuchillo y lo presionó contra su propia garganta, cortándola profundamente. La sangre brotó de inmediato.

Nicole se quedó helada, con las manos manchadas de sangre, aturdida por la drástica acción de Emerie. ¿Quién habría imaginado que Emerie poseía tal valor para acabar con su propia vida?

«Ah…» Un grito desgarrador rompió el silencio, y el caos siguió. ¿No se decía que Emerie era inmortal? Entonces, ¿por qué sangraba tan profusamente, como si estuviera al borde de la muerte?

Nicole fue la primera en salir de su asombro. Se arrodilló a toda prisa y apretó su bata contra la herida de Emerie en un intento inútil de detener el flujo de sangre.

La sangre seguía brotando como una fuente. Emerie abrió los ojos, conmocionada, y emitió gorgoteos. Incapaz de hablar con la garganta cortada, su estado era espantoso.

Nicole exclamó con pánico: «¡Deja de hablar, espera! ¿Dónde está la pastilla que me has dicho? ¿Puede salvarte la vida? ¿Detendrá la hemorragia?».

Emerie era incapaz de responder o siquiera cambiar su expresión, sintiendo que su vida se desvanecía. En ese momento, un profundo pesar invadió a Emerie. Tarde supo que realmente estaba al borde de la muerte.

¿Podría ser que no fuera inmortal después de todo? ¿La había estado engañando el jefe todo este tiempo? Luchó por darse cuenta, pero cuando extendió una mano desesperada hacia el jefe, los ojos de éste lo dijeron todo.

El pánico en su mirada confirmó los peores temores de Emerie. La habían manipulado y mentido durante años, sin vivir nunca por sí misma, sino siempre bajo las órdenes del jefe. Y ahora, estaba pagando el precio más alto por ese engaño.

«Uh…uh…» Con voz débil y áspera, Emerie intentó señalar al jefe, su mano empapada en sangre temblaba antes de empezar a caer.

Nicole, frenética, se volvió hacia los demás y gritó: «¿Dónde está esa píldora milagrosa? Rápido, ¡cogedla! ¿No veis que se está muriendo?».

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