Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1535
Capítulo 1535:
Las brujas, atrapadas por el carismático encanto de su jefa, se hicieron eco obedientemente de sus palabras como marionetas en un macabro guiñol.
Nicole, testigo de la ferviente devoción de las brujas reunidas, quedó horrorizada por su ciega lealtad.
Envueltas en una bruma de ilusión, se aferraban a la promesa de inmortalidad y vida eterna, entregándose por completo a los caprichos de su supuesto jefe. ¡Menuda panda de tontos ignorantes!
Cuando el jefe se acercó al altar, antorcha en mano, dispuesto a encender las llamas, Nicole aprovechó el momento oportuno para intervenir.
Con rápida precisión, se colocó sigilosamente detrás de Emerie, blandiendo su cuchillo y dando una orden. «¡Alto ahí!»
La multitud frenética, sacudida de su estado de trance, se quedó en silencio, con los ojos abiertos de asombro al ver a Nicole manteniendo a su venerada Emerie como rehén.
La jefa, ante el inesperado giro de los acontecimientos, detuvo su avance, girando para encarar a Nicole con una mezcla de desdén y diversión, confiada en su capacidad para sofocar rápidamente cualquier resistencia.
«¿Te atreves a tomar como rehén a nuestra bruja sagrada?», siseó la jefa, con voz entrecortada por el desprecio y el desdén, y un brillo peligroso en los ojos.
«¿Santa bruja?» La risa de Nicole cortó la tensa atmósfera como una ráfaga de viento helado. «¡Qué broma! No es más que una joven ordinaria que se hace pasar por una supuesta bruja sagrada».
El semblante de la jefa se enfrió al instante, traicionando un destello de inquietud al darse cuenta de que Nicole había escuchado su intercambio secreto con Roscoe.
Esforzándose por mantener su fachada de autoridad, la jefa replicó: «Debes de estar enferma de delirios para soltar semejantes sandeces. Libera inmediatamente a la bruja sagrada y tal vez te conceda clemencia.
De lo contrario, la ira del Espíritu descenderá sobre ti, convirtiendo tu existencia en un tormento viviente».
Nicole no pudo evitar sonreír ante el débil intento del jefe de intimidarla. «Si de verdad estoy delirando, ¿por qué no dejas que tu cacareado Espíritu me juzgue ahora?», replicó con tono burlón.
El provocador desafío provocó un ferviente alboroto entre las brujas, algunas de las cuales empezaron a cuestionar las afirmaciones de la jefa.
«Sí, ¿por qué malgastar palabras con este intruso? Dejemos que el Espíritu imparta su justicia y desgarre a esta mujer miembro por miembro», clamaron de acuerdo.
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