Capítulo 1525:

El aislamiento y la inaccesibilidad del valle evidentemente habían atraído a aquellas brujas, sirviéndoles de refugio para sus nefastos actos.

El hombre mayor trajo un plato adornado con caza recién asada. Priorizando el bienestar de Nicole, tomó una porción para él antes de ofrecerle el resto de la comida a ella. «Come, jovencita. Debes reponer fuerzas», la exhortó amablemente.

La gratitud inundó el corazón de Nicole al reconocer el sutil gesto, el acto del hombre de consumir primero la comida para disipar sus sospechas de envenenamiento.

El estómago de Nicole protestaba ruidosamente, ansiando sustento tras una noche a la deriva en el agua. Las brujas habían pretendido limpiar el cuerpo de Nicole mediante un ayuno forzado, pero ahora el hambre le roía las entrañas, impulsándola a devorar con avidez la carne que tenía ante sí.

Con cada bocado, un calor agradable se extendía por el cuerpo de Nicole, disipando el frío de la noche.

Sorprendentemente, su estómago acogió el alimento sin protestar, instándola a consumir más. ¿Podría ser el efecto de la misteriosa píldora?

Nicole reflexionó en silencio, pero sus pensamientos se interrumpieron cuando el hombre mayor, sintiendo su hambre persistente, arrancó otras dos porciones considerables de la parrilla y se las ofreció sin vacilar.

«Come, jovencita. No sea tímida. Aquí en las montañas hay caza en abundancia». le animó cordialmente el anciano.

Nicole no necesitó más invitación. Se deleitó con la abundante comida, saboreando los suculentos sabores de la caza asada y refrescándose con el agua pura del manantial de la montaña. Con cada bocado y sorbo, sentía que recuperaba fuerzas, revitalizando su cansado cuerpo.

Una vez saciada su hambre, Nicole supo que tenía que planificar sus próximos pasos. Sin fuerzas suficientes, sus posibilidades de atravesar el traicionero terreno eran escasas. Dirigiéndose al anciano, preguntó: «¿Sabe por casualidad a qué distancia está el Valle de las Brujas?».

Al oír la palabra «Valle de las Brujas», la actitud del anciano cambió bruscamente. Su expresión amable se endureció y sus cejas se fruncieron en señal de sospecha. «¿Por qué buscas ese lugar? ¿Eres del Valle de las Brujas?», preguntó, apretando con fuerza el cuchillo de trinchar que tenía a su lado.

Al sentir su aprensión, Nicole se apresuró a aclarar: «Busco a mi amigo. Sigue allí y tengo que traerlo de vuelta».

Al oír su explicación, la actitud del anciano se suavizó y soltó el cuchillo. «Deberías partir pronto. Normalmente se tarda unos tres días en atravesar estas montañas. Sin embargo, para llegar al Valle de las Brujas necesitarás cuatro o cinco días, dado tu estado actual. Es más prudente buscar ayuda que aventurarse más en el peligro».

Agradecida por su consejo, Nicole se levantó de su asiento, se quitó una pulsera de oro de la muñeca y se la ofreció al anciano. «Por favor, cógelo. Puede cambiarlo por provisiones», insistió con seriedad.

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