Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1514
Capítulo 1514:
La bruja vestida de rojo se dio la vuelta, con expresión sombría. «Haces demasiadas preguntas. Si deseas vivir más tiempo, te aconsejo que guardes silencio».
Con esas ominosas palabras, la bruja desapareció entre las sombras, dejando a Nicole sola mientras la puerta se cerraba con un chasquido tras ella.
Congelada momentáneamente al cruzar la mirada con la pequeña serpiente carmesí, Nicole supo que la inmovilidad era su opción más segura contra su mirada penetrante.
Por lo que había observado la noche anterior, la serpiente parecía dormirse cuando se hacía de noche. Para comprobarlo, Nicole movió cautelosamente sus extremidades a intervalos para calibrar la reacción de la serpiente. Sólo cuando la noche se hacía más profunda, la serpiente se quedaba quieta, revelando su vulnerabilidad al sueño.
Decidida a verificar su teoría, Nicole decidió vigilarla de cerca esa noche, esperando el momento oportuno.
Cuando la oscuridad envolvió la habitación, Nicole volvió a comprobar cuidadosamente su hipótesis. Para su alivio, la serpiente no se movió ante sus suaves movimientos.
Reconociendo su oportunidad, Nicole se preparó para hacer su movimiento, aprovechando la oportunidad que le brindaba la tranquilidad de la noche.
Con cautela, Nicole pasó los dedos por el borde afilado del bambú que había descubierto la noche anterior, cortando metódicamente las cuerdas que ataban sus muñecas.
Le llevó tiempo y paciencia, pero al final sus esfuerzos dieron fruto y se liberó de su cautiverio.
Cuando se puso en pie, se sorprendió de lo ligera que se sentía. A pesar de llevar dos días sin comer ni beber, no sintió el hambre ni la debilidad esperados.
En cambio, su cuerpo parecía zumbar de calor, como si su estómago suministrara energía continuamente a sus órganos vitales, dejándola notablemente cómoda.
Parecía que la bruja vestida de rojo había acertado con la píldora. Realmente era una medicina milagrosa, que nutría su cuerpo de un modo que ella no había creído posible. ¿Podría ser que la píldora fuera la clave para revitalizar su débil salud?
A Nicole le resultaba difícil de comprender. Después de todo, los médicos le habían dado un pronóstico sombrío, sugiriendo que sólo le quedarían entre quince y veinte años después de la operación, el tiempo justo para ver crecer a su hijo Austin y quizás incluso formar su propia familia.
Pensó que con eso le bastaba para afrontar su mortalidad sin remordimientos.
Pero ahora, con la posibilidad de prolongar su vida, no podía evitar preguntárselo. Con tantos lazos que la ataban a este mundo, ¿quién no desearía más tiempo para apreciar a sus seres queridos?
Dejando a un lado sus cavilaciones, Nicole se acercó cautelosamente a la puerta. Comprobó la cerradura y descubrió que se trataba de un simple pestillo y no de un candado seguro. Aunque no era difícil abrirlo, vaciló, temerosa del ruido que podría molestar a la serpiente dormida.
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