Capítulo 1503:

Sin embargo, las continuas observaciones de Alec en el hospital daban a entender que la situación era aún más intrincada de lo que parecía. Parecía que Jamie no estaba trabajando sola. Había alguien más moviendo los hilos, alguien que incluso había orquestado que Jamie se sometiera a cirugía para parecerse a Nicole.

Cuando Jamie desaparecio, dejo todo atras y permanecio bajo el radar, lo que sugeria que no podia haberse costeado una cirugia tan costosa por si misma.

Claramente, alguien mas habia financiado su transformacion. ¿Pero quién podía ser? Esa persona conocía a Jamie y sabía lo importante que era Nicole para Jarrod.

Jarrod sopesó las posibilidades pero, por el momento, no tenía ninguna pista concreta. Sin embargo, dado que quien movía los hilos detrás de Jamie había cometido un error, descubrir la verdad no sería imposible. Sin embargo…

Jarrod miró hacia la puerta, curioso por la decisión de Nicole.

En la cocina, Nicole observó cómo el ama de llaves preparaba la sopa para la resaca. Cuando estaba a punto de terminarla, sugirió al ama de llaves que se tomara un descanso, asegurándole que ella podría encargarse del resto.

El ama de llaves, suponiendo que Nicole le serviría la sopa a Jarrod, se marchó sin pensárselo dos veces.

Nicole se quedó mirando el cuenco, con la mente en otra parte. No fue hasta que lo cogió y se estremeció por el calor cuando se dio cuenta de que se había quemado.

«¡Ay!», murmuró, retirando rápidamente la mano para curarse la quemadura.

En ese momento, unos pasos se acercaron por detrás.

«¿Estás bien?» preguntó Jarrod, examinándole la mano de cerca. Las yemas de los dedos se habían vuelto de color rosa claro por la quemadura.

«Estoy bien», respondió Nicole, con la voz teñida de un nerviosismo que la hacía sonar menos segura de lo habitual.

En silencio, Jarrod la cogió de la mano y la guió hasta el lavabo para que dejara correr agua fría sobre la quemadura. Después, cogió un tubo de pomada de debajo de la mesa. Mientras aplicaba suavemente la pomada, la regañó ligeramente: «¿Qué te tenía tan distraída que no te diste cuenta de que el cuenco estaba caliente?».

El ungüento frío era calmante cuando se aplicaba. Nicole se quedó pensativa durante unos instantes, mirándose las yemas de los dedos. Jarrod permaneció en silencio mientras terminaba, agitando suavemente la mano de ella para secar el ungüento, asegurándose de que no se pegara.

Al observar a Jarrod, los recuerdos de sus padres afloraron en la mente de Nicole. Sus padres habían compartido un profundo amor. A pesar de la edad, su madre se lamentaba juguetonamente con su padre por cada pequeña herida.

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