Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1501
Capítulo 1501:
Los ojos de Jamie brillaron con desprecio. Consideraba a Nicole despreciable, a pesar de la lealtad inquebrantable de Jarrod hacia ella. «No tiene color ni sabor. No se dará cuenta», le aseguró Jamie.
Nicole apretó el paquete con fuerza y respondió con calma: «Estoy de acuerdo».
Nicole salió del hospital cuando aún quedaba algo de tiempo antes de que se pusiera el sol. Decidió visitar a su madre y a Kamilah. Kamilah había mejorado notablemente y ahora era capaz de parpadear y responder a preguntas sencillas.
Aunque Kamilah seguía sin poder hablar, su recuperación parecía prometedora, gracias a los esfuerzos de Jarrod. Había reunido a un equipo de expertos nacionales e internacionales de primera categoría para diagnosticar y tratar a Kamilah.
Reunir tal talento no sólo era caro. Requería una influencia considerable. A algunos de estos expertos, ya jubilados, les importaba poco el dinero, por lo que su participación era un testimonio de las amplias conexiones de Jarrod. Nicole estaba al corriente de los importantes avances de Jarrod, ya que Alec había dejado caer de vez en cuando indirectas sobre los amplios esfuerzos de Jarrod.
Incluso la madre de Nicole, que había sido declarada en muerte cerebral, había recuperado milagrosamente cierta apariencia de vida, aunque ya no reconocía a Nicole. Aun así, el mero hecho de saber que su madre estaba viva era un gran consuelo para Nicole.
Al reflexionar sobre su desesperación pasada, cuando intentó acabar con su vida tirándose al mar, Nicole reconoció lo mucho que había cambiado su vida.
En aquel momento se sentía completamente sola, sin familia ni vínculos, salvo el hijo que llevaba en su vientre. Había estado decidida a no dejar que su hijo cayera bajo el control de Jarrod.
Ahora, sus circunstancias habían cambiado drásticamente. Tenía a varias personas que dependían de ella: su madre, Austin, Kamilah y Roscoe. Cada uno de ellos le daba una razón para seguir luchando. A diferencia de su amiga Raegan, que seguiría contando con los cuidados de Mitchel si ella faltara, estas personas sólo dependían de ella.
Esta conciencia impulsó a Nicole a ser más cuidadosa con sus decisiones. Era un reto, pero, de algún modo, se sentía como una carga afortunada. Sus seres queridos estaban a salvo, y eso era lo más importante.
Cuando Nicole regresó a la villa a última hora de la tarde, el ama de llaves estaba allí para darle la bienvenida. «Señora, ha vuelto. Tenemos sopa y platos listos. ¿Qué prefiere?»
«No, gracias», respondió Nicole, negando con la cabeza. «Ya he comido».
Al comprobar que a Nicole no le interesaba la comida, el ama de llaves le deseó buenas noches y se retiró.
Nicole, agotada, subió las escaleras sin molestarse en encender las luces. La luz de la luna le bastó para dirigirse a su armario, elegir algo de ropa y cambiarse en el cuarto de baño.
Después de ducharse, Nicole encendió por fin la lámpara de la mesilla de noche y, para su sorpresa, Jarrod estaba sentado en el sofá. «¿Cuándo has llegado?», le preguntó, sobresaltada.
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