Capítulo 1371:

Alec hirvió de frustración. «¡Maldita sea, no debería haber intervenido! Ahora que Jarrod está inconsciente, si vuelves a caer en la trampa de Miguel, ¡seguro que acaba contigo!».

Nicole le miró fijamente. «Gracias por lo de antes. En cuanto a mi destino, no es asunto tuyo».

Alec se quedó boquiabierto. Esta mujer…

Nicole insistió: «Cuando Jarrod despierte, transmítele que no habrá gratitud por sus actos. El pasado permanece imborrable, y mi animosidad no se disipará».

Con esa declaración, Nicole se marchó sin mirar atrás.

Alec se quedó estupefacto y murmuró para sí: «¡Es totalmente despiadada e inflexible!».

Fumando de frustración, Alec se vio impotente para actuar. Al fin y al cabo, Jarrod era un romántico incurable, con el corazón fijado en Nicole.

Alec se golpeó la cabeza contra la pared tres veces en un intento de calmar su agitación. Se advirtió a sí mismo que no debía sucumbir al amor, no fuera a ser que se pareciera a Jarrod, susceptible a la vulnerabilidad.

A pesar de la reticencia de Jarrod a admitirlo, Alec podía decir la verdad mirando a Jarrod a la cara: ¡Jarrod se enamoró perdidamente de Nicole!

Tras salir del hospital, Nicole optó por regresar directamente a casa, renunciando a cualquier otro destino. Poco le importaba todo lo demás, entregándose al sueño sin reservas.

Necesitaba idear un plan para rescatar a Roscoe sin lanzarse temerariamente al peligro. Era evidente que Miguel pretendía eliminar a cualquiera que obstaculizara sus planes.

El apoyo inquebrantable de Roscoe a lo largo de los años fue inestimable e inolvidable para Nicole. Esos recuerdos eran profundos. Sin la ayuda de Roscoe, ella podría haber perecido hace mucho tiempo, y Austin podría no haber existido nunca.

Sin embargo, vivir como un ser humano implicaba enfrentarse no sólo a los retos de la vida, sino también a las cicatrices emocionales que resultaba difícil borrar.

Ese dolor repentino.

Afortunadamente, había un hombre firme y emocionalmente estable como Roscoe, que había estado al lado de Nicole durante todo aquello. Con su apoyo, ella encontró la fuerza para perseverar, viviendo un año tras otro.

Se obligó a dormirse, dejando a un lado todos sus pensamientos.

Seguro que encontraría una solución. Tenía que haber una manera.

Jarrod abrió los ojos a un nuevo día, pero seguía postrado en la cama, con la tez cenicienta por la pérdida de sangre y los labios pálidos.

Alec entró y se dio cuenta de que Jarrod miraba distraídamente hacia la puerta. No era habitual. Jarrod solía estar atento.

Alec sintió una punzada de tristeza. Ansioso por no defraudar a Jarrod, dijo con torpeza: «La señorita Lawrence estuvo ayer en el hospital. Se marchó cuando el médico le aseguró que estabas estable. Parecía agotada, probablemente se fue a casa a dormir».

Las palabras de Alec eran verdades a medias. Decía la verdad pero reordenaba la secuencia. Su intención era simple, levantar el ánimo de Jarrod, ya que el estado de ánimo sombrío de Jarrod era inquietante.

Señor, la señorita Lawrence le agradece que la haya salvado. En aquel camino de montaña, ella realmente luchó para subirle. No creo que ella te desprecie tanto».

«Es suficiente. Fuera.»

Jarrod prefería la soledad. No se dejaba engañar fácilmente. Comprendía demasiado bien los sentimientos de Nicole hacia él. No importaba cuántas veces la rescatara, parecía poco probable que cambiara su corazón. Ella lo detestaba, tal vez lo suficiente como para desearle el mal.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar