Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1339
Capítulo 1339:
La mujer de gafas, mostrando su talante relajado, respondió: «Claro. Les marcaré pronto».
Parecía que la mujer estaba preocupada por los nervios de Nicole, ya que activó el altavoz, conectando con una avezada operadora al otro lado.
«Hola, Departamento de Policía de Ardlens. ¿Cuál es el problema?»
La mujer con gafas respondió: «Hola, me he topado con una chica herida en la carretera, probablemente atacada. Está varada. ¿Podría enviar ayuda?»
«¿Tiene un nombre?»
La mujer de gafas se volvió hacia Nicole y le preguntó: «Señorita, ¿cómo se llama?».
Nicole compartió su nombre y explicó: «Alguien me secuestró. Era un desconocido. Tengo su número de matrícula…»
«Entendido, envío a un oficial pronto. No cuelgues».
Una vez finalizada la llamada, la tensa actitud de Nicole se relajó un poco. La mujer de gafas le hizo otra invitación.
«Señorita, ¿por qué no se sube a mi coche y se relaja un rato? Está lloviendo a cántaros y aún le sangra el hombro. Si sigue así, no durará hasta que llegue la policía…»
Después de la llamada, Nicole bajó la guardia con la mujer. Además, la mujer acababa de deletrear su DNI y su nombre a la operadora. Parecía llamarse Evelyn Quinn.
Nicole asintió. «De acuerdo».
Una vez en el coche, Evelyn sacó una toalla del compartimento del asiento del copiloto y se la ofreció a Nicole. «Toma, límpiate. No querrás resfriarte».
«Gracias. Nicole aceptó la toalla y se secó la cara y el pelo mojado.
Nicole tosió ligeramente. Estornudó.
«Muchas gracias, Sra. Quinn», dijo Nicole, devolviéndole la toalla amablemente.
«No hay de qué. Evelyn tiró la toalla en el asiento del copiloto, encendió un cigarrillo y apoyó el codo en la ventanilla. «Me he quedado aquí esperándote».
La lluvia ahogó la voz de Evelyn. Nicole preguntó: «Perdone, ¿qué ha sido eso, señora Quinn?».
Evelyn sonrió y dijo: «Oh, nada».
En ese momento sonó el teléfono de Evelyn. Ella sonrió débilmente, diciendo: «Ops, tengo que contestar».
Evelyn contestó la llamada por Bluetooth, y Nicole pudo oír cada palabra. «¡Evelyn, maldita sea! Esa chica se ha escapado…»
A Nicole se le aceleró el corazón. Esa voz…
Evelyn se mantuvo fría y respondió: «Lo sé. Eres una inútil. Esa chica está conmigo ahora. ¡No hay día de pago para ti, idiota!»
«¡Maldita sea, eres hábil!» El hombre al otro lado sonaba impresionado.
Perder un objetivo era una gran cagada en su línea de trabajo. Prefería no recibir nada a perder a alguien.
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