Capítulo 1334:

La inquietud de Nicole se intensificó a medida que la cuenta atrás para la boda de Roscoe se reducía a apenas tres días. Sabía que una vez pasada la boda, escapar de las garras de la familia Watts se convertiría en un reto exponencialmente mayor para Roscoe.

Además, la familia Watts había estado explotando a Roscoe para sus ganancias, incluso aprovechando el inminente matrimonio de Roscoe. En caso de accidente, la familia Schultz se vería atrapada y probablemente sacrificaría a Roscoe para proteger a Doreen.

Nicole cogió el teléfono y decidió intervenir.

Sin que ella lo supiera, Roscoe estaba bajo el control de Miguel en la finca Watts.

Volviéndose hacia el mayordomo, Roscoe preguntó: «¿Dónde está Miguel? Mencionó una enfermedad y pidió mi presencia».

Engañado por el mayordomo, Roscoe regresó involuntariamente a su casa. La supuesta enfermedad de Miguel era un invento. Su salud permanecía estable.

El mayordomo le tranquilizó: «Señor, tenga paciencia. ¿Por qué no se toma un café mientras examinan a su padre? Podrá visitarlo cuando concluyan».

Roscoe se sentó y rechazó el café. Sin embargo, el calor de la habitación y su creciente sed le obligaron a tomarlo. Se llevó la taza a los labios y se bebió el contenido de un trago.

Pero con cada sorbo, el mareo envolvía a Roscoe, y sus pensamientos se nublaban aún más.

«Otra taza, por favor…» Antes de que Roscoe pudiera terminar, la taza se le escapó de las manos, haciéndose añicos con el impacto.

Sin inmutarse, el mayordomo se apresuró a organizar el traslado de Roscoe y le ordenó: «Cuídelo bien y adminístrele solución nutritiva por vía intravenosa. No dejes que se despierte».

Como las incesantes demandas de Roscoe perturbaban la paz, decidieron dejarle dormir durante tres días. Así evitarían cualquier problema.

Después de ocuparse del asunto, el mayordomo entregó el teléfono de Roscoe a Miguel. «Señor, éste es el teléfono de su hijo. Ha estado sonando continuamente, y una mujer llamada Nicole ha estado intentando ponerse en contacto con él. No sé si ella sabe algo. ¿Quiere ocuparse de ello?»

El mayordomo llevaba años trabajando para Miguel, su naturaleza despiadada y su notable competencia se habían ganado la confianza de Miguel.

Miguel vio las notificaciones parpadeantes de las llamadas perdidas y los mensajes en el teléfono de Roscoe, y sus cejas plateadas se entrelazaron.

«Esta mujer es verdaderamente…» Miguel se acarició el bigote y comentó: «Pero sigo sin conocer las intenciones del bastardo de esa familia Schultz. Primero tendré que averiguarlo antes de decidir si la mato o la perdono».

Miguel sólo hizo ademán de respetar a Jarrod. En realidad, detestaba profundamente a Jarrod, ya que éste había hecho sufrir mucho a la familia Watts por culpa de Roscoe, un hombre que compartía un pasado con Nicole.

Cabe señalar que Jarrod era increíblemente poderoso y decisivo, a lo que se unía su naturaleza despiadada. La leyenda de los logros que había conseguido en el extranjero circulaba en el círculo desde hacía muchos años.

Nadie en la familia Watts tenía el valor de actuar imprudentemente contra Jarrod. Al fin y al cabo, la familia Watts seguía preocupada por la seguridad de sus miembros.

Pero el mayordomo pensaba de otro modo. A sus ojos, cualquiera que supusiera una amenaza para el plan bien urdido merecía ser eliminado.

Errar por el lado de la precaución era siempre la opción más sabia.

«Señor, esta mujer es una molestia. No podemos permitir que cree problemas en la boda, ya que podría ser desastroso si acabamos ofendiendo a la familia Schultz al tiempo que perdemos el control de su hijo. ¿Quién sabe si no habrá más problemas?», preguntó el mayordomo.

El mayordomo era leal y sincero, pero ya había tomado una decisión. Independientemente de que Miguel diera o no su consentimiento, había que matar a Nicole. Cualquiera que pusiera en peligro al heredero al trono de la familia Watts sería eliminado. Por supuesto, Roscoe no era el heredero.

Miguel fue convencido por el mayordomo y pensó que era lo correcto. Nicole era, en efecto, una molestia. En el pasado, Roscoe le había desafiado varias veces por culpa de ella. Puesto que ése era el caso, tenían que ocuparse de ella a fondo y limpiamente.

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