Capítulo 1311:

Jemma poseía un aura misteriosa, curtida por el tiempo, como quien porta una historia muy arraigada.

«Entiendo, Jemma», respondió Nicole. Le resultaban indiferentes las implicaciones de Jemma. Su atención se centraba únicamente en planear su próximo movimiento.

Cuando Nicole se dio la vuelta para marcharse, se le vieron manchas de sangre en la espalda.

Jemma detuvo su marcha y preguntó: «¿Qué ha pasado?».

Nicole vio el reflejo de las manchas de sangre en un espejo detrás de ella.

No eran graves, probablemente porque Deniz la había empujado contra la mesa. No se inmutó por la situación y respondió con indiferencia: «No es nada».

«No vengas a trabajar en los próximos días», le ordenó Jemma.

Al oír esto, la ansiedad de Nicole se disparó. No pasa nada, Jemma. Esta lesión no es grave. Puedo seguir trabajando como siempre».

La preocupación de Nicole provenía del temor de que Vicki se enterara de su reposo y lo utilizara como excusa para hacer daño a Austin, amenazándola así aún más. Además, el Club Kingbel, parte de las empresas de la familia Hampton, despertaba su interés.

Vio la oportunidad de descubrir cualquier actividad ilícita que pudiera ayudar a acelerar la caída de la familia Hampton. Además, estaba intrigada por la verdadera identidad de Melissa y deseosa de indagar más.

«¿En qué estás pensando? No estoy mostrando preocupación por ti». Jemma levantó las cejas y aclaró: «Me refería a que tu servicio era deficiente. Deberías dedicar unos días a un curso para mejorar».

«¿Curso?» Nicole se quedó perpleja.

Jemma le explicó: «Aquí ofrecemos formación especial para los recién llegados sobre diversas habilidades, entre ellas el servicio del vino y la comunicación. Ven a verme mañana para empezar tus clases. No des por sentado que será fácil. Si no te desenvuelves bien y cometes errores, ¡te doblaré la multa!».

La tensión de Nicole se relajó. Se dio cuenta de que Jemma la estaba orientando hacia el entrenamiento en lugar de tomar tiempo libre. Ella estaba de acuerdo con este acuerdo, ya que significaba que podía permanecer en el club para su próximo paso.

Nicole expresó su disposición: «De acuerdo, Jemma. Empezaré a entrenar mañana».

Al no ver ninguna razón para reprochar nada más a Nicole, Jemma se marchó.

Nicole se retiró a los aseos del personal, aliviada por encontrar habitaciones individuales que le evitaban la incomodidad de las charlas ociosas.

Su cuerpo estaba dolorido por varios choques que había sufrido hacía unos momentos. Sin más trabajo por hoy, decide tumbarse brevemente antes de volver.

Sin embargo, su descanso duró poco, ya que unos golpes en la puerta la interrumpieron.

Nicole se incorporó rápidamente y dijo: «Adelante».

La puerta se abrió y apareció la chica menuda y delicada de la habitación. Su aspecto inocente contradecía su pericia, pues Nicole recordó la habilidad con que había servido el vino, sus movimientos gráciles y seductores, que contrastaban con su aspecto recatado. Estaba claro que tenía experiencia en el club.

La chica le ofreció un tubo de ungüento y le dijo: «Señorita, este ungüento es bueno para los moratones. Por favor, no dude en usarla».

Nicole dudó en aceptar, recelosa de utilizar productos desconocidos. Declinando cortésmente, respondió: «Gracias, pero me las arreglaré. No es tan grave».

Comprendiendo la cautela de Nicole, la chica la tranquilizó: «No te preocupes. Jemma me dio esto antes. Es para nuestras heridas. Realmente ayuda».

Con esta seguridad, Nicole aceptó el ungüento a regañadientes, con cuidado de no desdeñar la amabilidad ofrecida.

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