Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1295
Capítulo 1295:
Doreen no detectó la evasiva en su voz. Al ver que Roscoe no accedía a su propuesta, ella sugirió audazmente: «¿Qué tal si voy a tu casa esta noche? Podríamos…»
Roscoe, incapaz de contenerse por más tiempo, la sacudió mientras caminaba, respondiendo fríamente: «Eso no es muy conveniente». Ésta era su forma más amable de decir que no.
Miguel había estado recordando constantemente a Roscoe que era crucial que tratara a Doreen con amabilidad. La alianza de sus familias se basaba en la fusión de intereses. Roscoe no podía hablar libremente y se esperaba de él que tolerara las rabietas de Doreen en todo momento.
Miguel había aconsejado a Roscoe que las niñas eran delicadas y reservadas y que debía mimar a Doreen.
En efecto, Doreen era el epítome de la delicadeza. Se quejaba de que le dolían los pies y las piernas después de un corto paseo, e incluso cenar estaba plagado de complicaciones. Su delicadeza era frustrante.
En cuanto a la supuesta reserva de Doreen, Roscoe no la veía. Entendía sus insinuaciones abiertamente coquetas. Simplemente optaba por no responder. Incluso le repugnaban.
«¿Qué te pasa? ¿Estás ocupado esta noche?» Doreen insistió en preguntar.
«Sí, tengo algunos asuntos que tratar».
Doreen se molestó por su rechazo pero no se dio por vencida. «Vale, entonces quizá mañana por la noche o pasado…».
«Lo siento. Estaré ocupado un tiempo y no creo en las relaciones prematrimoniales. Espero que puedas entenderlo».
La respuesta de Roscoe fue casi tajante, dejando a Doreen sintiéndose humillada.
Las mejillas de Doreen se pusieron de un rojo intenso. Después de todo, era una joven rica, acostumbrada a la popularidad, pero Roscoe siempre la trataba con frialdad.
«Roscoe, ¡cómo te atreves!» La ira de Doreen finalmente estalló.
Su voz era arrogante mientras declaraba: «No eres más que un bastardo de poca monta, y sin embargo te haces el superior delante de mí. Casarte conmigo sería tu golpe de suerte. Deberías agradecérmelo. Sin embargo, ¡te atreves a mostrar tal actitud! ¿Quién te crees que eres?»
Roscoe parecía haberse anticipado a su arrebato. Doreen nunca había tenido mal genio, pero se mostraba frágil y débil ante él, lo que le resultaba repugnante.
Respondió con indiferencia: «Te pido disculpas por eso, pero no deberías degradarte».
Al oír esto, la expresión de Doreen cambió y preguntó rápidamente: «¿Qué quieres decir?».
En un arranque de frustración, a Doreen se le escaparon las palabras. La farsa le estaba cansando, pero en el fondo, Roscoe le seguía importando profundamente. La idea de que él quisiera poner fin a su compromiso la llenaba de temor.
Roscoe habló con voz mesurada. «Si crees que no soy digno, no te conformes. Tal vez deberías encontrar a alguien que cumpla tus requisitos».
«¡Cómo te atreves!» Las palabras se le escaparon a Doreen antes de que pudiera atraparlas.
La sugerencia de Roscoe de que buscara en otra parte encendió una furia en ella, dejándola momentáneamente sin habla.
«Oh, esto realmente duele…» susurró Doreen, intentando torpemente apartarse del tenso tema. Cambiar públicamente de novio después de anunciar la fecha de la boda sería un escándalo, por no decir humillante.
Además, estaba enamorada de Roscoe. Si tan sólo él pudiera mostrarle un poco más de ternura, su enfado podría haberse aplacado. Un pequeño compromiso por su parte podría suavizarlo todo. Pero su distanciamiento persistía.
Con sereno distanciamiento, Roscoe declaró: «Quizá sea hora de reconsiderar nuestro compromiso».
Doreen se sobresaltó. No esperaba que siguiera hablando de romper. ¿No era éste el momento de tranquilizarla?
«Roscoe, no siempre fue así entre nosotros. Antes me querías mucho. La voz de Doreen se quebró mientras fingía vulnerabilidad, rememorando un pasado que nunca había sido.»
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar