Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1179
Capítulo 1179:
Roscoe la miró, con las pestañas espolvoreadas de copos de nieve, creando una imagen impresionante.
Cuando Nicole abrió los ojos, le ofreció una sonrisa amable. «¿No pedirás tú también un deseo?».
Con expresión seria, Roscoe respondió: «Mi deseo ya está aquí, a mi lado».
Sus ojos se encontraron, sosteniéndose la mirada en el tranquilo paisaje cubierto de nieve.
El aire frío había sonrojado las mejillas de Nicole. Susurró: «Roscoe, una vez que traigamos aquí a Austin, hagamos de este lugar su hogar».
Roscoe se quedó estupefacto y tardó un rato en ordenar sus pensamientos. La felicidad le pilló desprevenido, como la nevada de hoy.
Durante los últimos seis meses, Roscoe se había aferrado a las palabras de Nicole, comprendiendo que sus heridas emocionales eran profundas y podrían no curarse rápidamente, por lo que nunca había insistido en el tema.
Había pensado que aunque Nicole nunca sanara del todo, vivir sus días así no sería tan malo. Estaba dispuesto a protegerla a ella y a Austin para toda la vida. Ya fuera como miembro de la familia, tío o hermano, se conformaba con cualquier papel.
Todo el mundo albergaba deseos. Ignorarlos no los hacía desaparecer.
«Nicole, esto no es un sueño, ¿verdad?» Con una «bofetada» aguda, Roscoe se golpeó a sí mismo, con la mejilla enrojecida por la fuerza.
Nicole se estremeció y se acercó para acariciarle la mejilla, preguntando en voz baja: «¿Por qué te haces eso?».
Roscoe le agarró la mano con firmeza. «Nicole, ¿podrías repetirlo? Es como si estuviera soñando».
Nicole podía sentir cómo le temblaba la mano. Había meditado esta decisión durante mucho tiempo. Una vez había intentado empujar a Roscoe a empezar de nuevo sin ella, pero no había echado raíces.
Austin necesitaba una figura paterna estable, y Nicole necesitaba a alguien que pudiera ayudarla a reparar su quebranto. La idea de que Roscoe pudiera ser esa persona insufló nueva vida a sus esperanzas.
Sabiendo que estaba viva y deseando vivir plenamente, seguir adelante era exactamente lo que necesitaba hacer. Después de todo, Roscoe ya había dado pasos significativos hacia ella.
Hoy, necesitaba armarse de valor y dar este paso también.
«Roscoe, quiero estar contigo. ¿Quieres…?» Antes de que Nicole pudiera completar su pensamiento, los labios de él presionaron suavemente su frente.
Fue un gesto sencillo, sin ningún deseo intenso, pero ella sintió claramente su temblor.
Roscoe sintió que, sólo por estas palabras, arriesgar su vida mil veces valdría la pena.
«Nicole, mi querida Nicole, te quiero». Cogiéndole la cara entre las manos, le tembló la voz al decir: «Os querré a ti y a Austin toda mi vida».
Nicole apoyó la cabeza en el pecho de Roscoe, sintiendo los rápidos latidos de su corazón, pero para ella era el sonido más tranquilizador del mundo.
Al lado de Roscoe, Nicole sentía una profunda sensación de seguridad. Se ocupaba de todo con tanto cuidado y ternura. A veces, casi creía que era varios años mayor que ella.
No podía precisar con exactitud cuándo se había ganado su corazón. Tal vez fue su negativa a jurar por su nombre, o tal vez fue la noche en que escaparon juntos, o tal vez fue su primera noche en el pueblo de montaña junto a la hoguera, apoyándose en su presencia tranquilizadora…
Y cada día, desde el amanecer hasta el atardecer, cada vez que él volvía sonriendo…
Cada momento hacía que su corazón diera un vuelco.
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