Capítulo 1176:

Mientras daba de comer a Keith, Roscoe preguntó: «¿Has mantenido la casa segura hoy? Yo no estaba, así que tuviste que cuidar a Nicole».

Al oírle hablar al perro, Nicole se echó a reír y dijo: «Solo tiene unos meses y le das conferencias todos los días así».

Roscoe se levantó, se limpió las manos y explicó: «Cuando era joven, un anciano me dijo que los perros negros sin pelo blanco son extremadamente perceptivos. Diles algo unas cuantas veces y lo recordarán».

Nicole se asombró de que Roscoe, siendo tan joven y educado, siguiera aferrado a esas creencias.

Lo que Nicole no sabía era que Roscoe sólo adoptó estas supersticiones después de que comenzara su enfermedad. En tiempos desesperados, la gente solía recurrir a los poderes superiores, esperando la compasión divina.

La situación de Nicole era crítica, y cada día Roscoe rezaba para que el cielo le mostrara un poco más de bondad, sin pedir mucho, sólo alguna mejoría. Para él, su salud y el bienestar de Austin eran lo único que importaba.

Nicole preguntó entonces: «¿Cómo está la abuela del señor Nixon?».

«Se ha resfriado por culpa del tiempo. Le he dado algunas hierbas medicinales. Debería recuperarse pronto», respondió.

«Me alegro de oírlo», respondió Nicole.

Llevaban casi medio año viviendo en aquel remoto pueblo de montaña.

La noche de su huida, decidieron en su coche no huir del país. Sabían que cruzar la frontera, por muy cuidadosamente que se disimulara, dejaría inevitablemente huellas. A menudo, los lugares que parecían más peligrosos eran en realidad los más seguros.

Decidieron permanecer dentro del país, cambiando de coche en un desguace durante el viaje, y siguieron conduciendo hacia el oeste durante una semana entera, día y noche.

Durante el viaje, cambiaron de vehículo en los desguaces de todas las ciudades que atravesaban.

Cuando llegaron a su actual destino, conducían el quinto coche de su viaje.

Cuando su coche se averió, un anciano les ofreció un lugar para descansar a la entrada del pueblo.

El anciano intentó reparar el coche con las herramientas que había traído, pero como sólo había trabajado con bicicletas, fue incapaz de arreglarlo.

Roscoe llegó a la conclusión de que no merecía la pena repararlo, pensando que estaba casi listo para el desguace y que quizá ni siquiera se pudiera arreglar en un taller normal. Le entregó al anciano varios billetes de cien dólares como muestra de agradecimiento por su amabilidad.

Pero el anciano se negó y les invitó a pasar la noche.

Esa noche, el anciano encendió una hoguera. El pueblo era pequeño y estaba habitado en su mayoría por ancianos. Su familia y otra pareja eran las que quedaban. Les explicó que el pueblo desaparecería del mapa porque carecía de habitantes jóvenes. Cuando desaparecieran todos los de su generación, la aldea quedaría completamente vacía.

Aquella noche, todos los aldeanos salieron, encantados de ver visitantes más jóvenes después de tanto tiempo. Saludaron calurosamente a Nicole y Roscoe, sin preguntarles por qué habían venido, pero deseosos de escuchar historias de más allá de su aldea.

Nicole sintió un calor inesperado aquella noche, y los ancianos la llamaron cariñosamente «Cariño», lo que le recordó a sus difuntos padres.

Suponiendo que Nicole y Roscoe eran pareja, los aldeanos les ofrecieron una habitación para ellos solos.

Nicole ocupó la cama, mientras que Roscoe se acomodó en una esterilla en el suelo.

Mientras escuchaban las cigarras y los grillos, Nicole propuso de repente: «Roscoe, quedémonos aquí».

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Nota de Tac-K: Empezamos la semana con este día lunes, ánimos en sus actividades lindas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (ɔO‿=)ɔ ♥

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