Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1168
Capítulo 1168:
Raegan se quedó sin palabras.
Sólo entonces Raegan se dio cuenta de por qué Mitchel la había silenciado antes. Había estado orquestando su proposición.
Las lágrimas llenaron los ojos de Raegan mientras asentía y susurraba: «Sí».
Conmovido por el momento, a Mitchel se le llenaron los ojos de lágrimas. Había organizado meticulosamente esta propuesta. Había elegido un equipo para preparar la escena, esperando el momento adecuado para ejecutar el plan.
En cuanto Mitchel se enteró de los sentimientos de Raegan en el hospital, dirigió inmediatamente al equipo para que empezara a prepararlo todo. Luego se quedó intencionadamente en la cafetería, lo que le dio tiempo para comprobar y asegurarse de que todo estaba listo.
Afortunadamente, todo salió de maravilla.
Cuando Mitchel colocó el anillo en el dedo de Raegan, una bandada de palomas blancas se elevó hacia el cielo.
Simultáneamente, estallaron fuegos artificiales, iluminando la noche. El cielo se adornó con globos rojos y palomas blancas, creando un espectáculo impresionante.
Abrumada y sin palabras, Raegan se tapó la boca.
Mitchel, apoyado en su muleta, se levantó y se inclinó para abrazar a Raegan.
Para entonces, se había formado una multitud a su alrededor, cuyas voces resonaban con felicitaciones. El ambiente vibraba con burbujas de alegría.
Después, Mitchel empezó a planear su boda, deseoso de que fuera impecable. Había que preparar montones de detalles con mucha antelación, incluso encargar artículos y flores del extranjero para el lugar de celebración.
Todo iba sobre ruedas y la boda estaba prevista para el día de San Valentín.
Mitchel decidió operarse antes de la boda para curarse del todo la pierna.
Raegan comprendió sus motivos. Quería tener el mejor aspecto posible y no sentirse perjudicado en su día especial. Aunque intentaba ocultarlo, estaba bastante acomplejado por su pierna.
Raegan preguntó por los riesgos de la operación y se enteró de que tenía una tasa de éxito del 95%. Era una cifra tranquilizadora. Sin embargo, no pudo evitar preocuparse por el 5% restante de complicaciones.
Mientras yacían juntas, Raegan le susurró un recordatorio: «No olvides tu promesa. Pase lo que pase, no me dejarás».
Quería recordarle que estar juntos, junto con sus hijos, era lo más importante.
Inquieta, Raegan empezó a reconsiderar sus planes. «Mitchel, ¿qué te parece si nos saltamos la boda y nos vamos de luna de miel? ¿Qué te parece?»
En el fondo, la atormentaba el temor a su inminente operación.
Mitchel, tratando de calmar sus temores, respondió: «No te preocupes. La operación es segura. Estaré a tu lado, pase lo que pase».
Con persistente ansiedad, Raegan esperó el día de la operación de Mitchel.
Fuera del quirófano, Raegan, junto con Janey, Westin y Juan, esperaban noticias.
Antes, Janey había vislumbrado a Mitchel, vestido de hospital, lo que casi le hizo llorar.
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