Capítulo 1159:

Mitchel le apartó suavemente el pelo de la cara, mirándola con ojos tiernos. «Mira, estoy perfectamente».

Raegan notó que él no parecía tomarse en serio su preocupación, y una chispa de ira se encendió en ella. «Si esto vuelve a ocurrir, te juro que dejaré de hablarte. En serio».

Mitchel asintió. «Te prometo que tendré más cuidado».

Pero internamente, añadió una excepción silenciosa para cualquier cosa que implicara a Raegan. Era una promesa que le resultaba imposible de cumplir.

La calma le abandonaba cuando se trataba de ella. Cada momento que ella estaba fuera de su vista, él no podía encontrar la paz.

De repente, Mitchel le preguntó: «Raegan, ¿estás dispuesta a estar conmigo?».

Aquellas palabras parecían poseer un tipo especial de magia.

Las lágrimas llenaron los ojos de Raegan mientras escuchaba. Estar con él significaba compartir alegrías y penas. Sin embargo, desde su regreso, Mitchel había cargado con todas las dificultades, protegiéndola de cualquier angustia.

¿Cómo no seguir enamorándose de él una y otra vez?

Quizá decir «enamorarse de él una y otra vez» no fuera del todo exacto.

Era más bien que sus corazones siempre habían estado conectados.

Una mezcla de dolor y alegría se hinchó en el pecho de Raegan. En un suave susurro, empezó: «En realidad…».

Finalmente reveló la verdad. «Mi boda con Stefan fue una farsa».

«Soy consciente», replicó Mitchel con ternura.

Raegan, desconcertada, preguntó: «¿Cómo lo sabías?».

«Erick me lo dijo», respondió Mitchel.

Raegan se quedó sin habla. No sabía si llamar a su hermano tonto o buen ayudante. «Entonces, ¿lo sabías desde el principio? Entonces, ¿por qué no…?», empezó, pero luego dudó.

Al ver su pausa, Mitchel preguntó: «¿No hiciste qué?».

Las mejillas de Raegan se sonrojaron, avergonzada de decirlo en voz alta. Quería preguntarle cómo había ocultado sus sentimientos durante tanto tiempo. Entonces se dio cuenta. Quizá el hecho de que fingiera no saberlo era señal de que ya no le importaba tanto.

Una mezcla de fastidio e inseguridad se apoderó de Raegan. «¿Ya… ya no sientes lo mismo por mí?».

La sensación de inseguridad consumía a Raegan. Tal vez su reciente sugerencia de que estuvieran juntos era sólo por el bien de sus hijos, para darles una familia completa. No porque aún sintiera algo por ella.

Este pensamiento aterrorizó a Raegan. ¿Y si los sentimientos de Mitchel por ella se habían desvanecido? En ese caso, mantendría sus sentimientos ocultos. Le amaría, pero se negaba a amar sin amor propio, como había hecho antes.

Mitchel, sin embargo, le cogió la mano y se la puso sobre el corazón.

«Escucha esto. ¿Te parece que soy indiferente?».

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