Yo soy tuya y tú eres mío
Capítulo 1102

Capítulo 1102:

Erick negó con la cabeza. «No tengo claros los detalles. Quizá deberías visitarle cuando tengas ocasión. Está en la sala VIP de la segunda planta».

Erick pensó que era lo único que podía hacer responsablemente. Eran sus asuntos privados, que era mejor resolver directamente entre ellos.

Como Mitchel no quería que Raegan volviera con él por culpa o lástima, Erick decidió ocultar temporalmente toda la historia y observar primero los auténticos sentimientos de Raegan.

Si Raegan veía el estado de Mitchel y se sentía obligada a quedarse, eso indicaría que tenía sentimientos persistentes. Para entonces, revelaría la verdad con cautela, permitiéndole tomar una decisión informada.

Sin embargo, si Raegan no tuviera sentimientos persistentes, incluso después de conocer la difícil situación de Mitchel, no se quedaría por mera simpatía.

Entonces, como su hermano, Erick decidió ser un poco egoísta. Optaría por ocultar la verdad sobre la transfusión de sangre de Mitchel. No quería que Raegan tomara una decisión basada en esas emociones, en contra de sus verdaderos deseos.

Después de que Erick se marchara, Raegan permaneció perturbada durante un tiempo considerable. Se esforzaba por comprender toda la gravedad de los vagos comentarios de Erick. Sin embargo, esto ya no parecía su principal preocupación.

Raegan consideró la posibilidad de visitar a Mitchel, pero finalmente decidió no hacerlo.

Al día siguiente, volvió a pasear por el pequeño jardín.

Sin darse cuenta, se acercó a la sala VIP del segundo piso. ¡Este camino ni siquiera estaba cerca del sendero del jardín!

Raegan intentó justificarse pensando que, como ya estaba aquí, no le vendría mal echar un vistazo rápido y discreto. Al entrar, vio que la sala estaba vacía.

«Señorita Foster». La voz de Matteo surgió detrás de ella. «¿Ha venido a ver al señor Dixon?».

Raegan se dio la vuelta y, con las mejillas sonrojadas, tartamudeó: «Yo… pasaba por aquí».

Esta sala VIP era conocida por su privacidad. No era un lugar en el que uno pudiera simplemente «tropezar».

Matteo se dio cuenta, pero prefirió no rebatir su explicación. «El Sr. Dixon acaba de salir a pasear por el jardín contiguo. Quizá lo encuentres allí».

Evidentemente, Matteo esperaba que Raegan pudiera ofrecer algún consuelo a Mitchel en su estado actual.

Al notar que Raegan vacilaba, Matteo preguntó: «¿Te acompaño?».

Raegan se espabiló y se negó. «No hace falta. Conozco el camino».

Tras marcharse, Raegan se sintió en conflicto, pero decidió seguir adelante. Incluso ella se había librado de su propio encierro. ¿Cómo podía Mitchel seguir sufriendo tan gravemente?

Al llegar al pequeño jardín, divisó a lo lejos su silueta en una silla de ruedas.

Justo cuando Raegan estaba a punto de acercarse, vio que Mitchel, que había estado sentado, se levantaba de repente ayudándose de un bastón.

Soltó el bastón para dar unos pasos, pero le falló la otra pierna y volvió a desplomarse bruscamente en la silla de ruedas.

Raegan jadeó y se tapó la boca, conmocionada. Recordó que él solía estar de pie sin bastón y que, aunque no podía andar durante mucho tiempo, podía dar algunos pasos por sí solo. ¿Cómo había empeorado tan rápidamente?

A pesar de la caída, Mitchel no se rindió. Intentó levantarse de nuevo con el apoyo del bastón, intentándolo repetidamente. Sin embargo, el resultado no cambió. Sin el bastón, era incapaz de andar.

Finalmente, Mitchel tiró el bastón a un lado y se desplomó en la silla de ruedas, con el brazo colgando sin vida. Su expresión era de derrota absoluta.

A Raegan le dolió el corazón al verlo. No podía comprender por qué el estado de Mitchel se había deteriorado tan drásticamente. Ahora tenía sentido que Erick hubiera suavizado su actitud hacia él.

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