Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1085
Capítulo 1085:
Tal comportamiento podría no ser honorable. Pero cuando se trataba de cuestiones emocionales, todo el mundo podía ser egoísta.
Stefan sentía que aquello era lo único despreciable que había hecho nunca.
El punto débil de Raegan era su incapacidad para rechazar a quienes eran amables con ella, sobre todo cuando Stefan formulaba su petición con tanta eficacia.
Para Raegan, después de que Stefan expusiera su caso, cualquier rechazo rotundo por su parte parecería frío y poco agradecido, así que se limitó a asentir en silencio, aceptando implícitamente su sugerencia.
Estar embarazada había dejado a Raegan con poca energía para preocupaciones adicionales.
En el parque, donde los vendedores de helados salpicaban el paisaje, Raegan se sintió atraída por un puesto en particular.
Al notar su interés, Stefan comentó que, a pesar del frío persistente de Aurora, el atractivo de los helados no decaía.
En pleno embarazo, Raegan ya no era tan cautelosa con su dieta como antes.
«¿Quieres un poco?» preguntó Stefan, observando su mirada.
Los ojos de Raegan se iluminaron ante la sugerencia. El helado de aquí era único, sobre todo con su querida salsa de vainilla por encima.
A Aurora le encantaba la salsa de vainilla, un favorito local del que Raegan nunca se saciaba. No había comido helado desde que se quedó embarazada, y ahora, ocho meses después, sus antojos eran intensos.
Sin embargo, hizo una pausa y preguntó: «¿Puedo tomar un poco?».
Sus palabras eran cautelosas, pero sus ojos buscaban sinceramente la aprobación de Stefan. Su mirada esperanzada podía derretir hasta el comportamiento más severo.
Stefan la observó brevemente y la consoló: «El médico me ha dicho que este mes no tienes límites dietéticos. Puedes darte algún capricho. Es más prudente ahora que después de que nazca el bebé, cuando tendrás que abstenerte».
La reclusión posparto podría hacer bien a la recuperación de Raegan, dado su estado.
«Elegiré una ración más pequeña con menos cobertura», comentó Stefan.
Esto alivió considerablemente el sentimiento de culpa de Raegan.
Stefan la condujo a un banco, le tendió un pañuelo para que se sentara y sonrió. «Espera aquí. Volveré enseguida».
La cola del puesto de helados era larga, y Stefan, como todo un caballero, esperó pacientemente su turno sin saltársela para evitar cualquier contratiempo con Raegan. Esperó pacientemente su turno.
Mientras tanto, Raegan estaba sentada disfrutando del buen tiempo y de la suave luz del sol, esperando ansiosamente su helado con los ojos cerrados.
De repente, el ambiente cambió.
Raegan frunció el ceño, sospechando que podrían estar formándose nubes.
Cuando abrió los ojos, un hombre elegantemente vestido estaba ante ella, tapando el sol por completo.
A Raegan le sorprendió encontrarse con Mitchel en el parque, sobre todo en su estado de desorientación debido al embarazo. Stefan, acostumbrado a verla con frecuencia, no se inmutó por su atuendo relajado. Su preocupación inmediata era si ahora Mitchel la veía desaliñada.
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