Capítulo 1061:

La mirada de Stefan se suavizó con comprensión. «Puede que tus sospechas no sean infundadas, Raegan. Lo estoy investigando y he avisado a las autoridades. Ten por seguro que llegaré al fondo del asunto».

Stefan sabía que mantener a Raegan informada era crucial. La mantenía con los pies en la tierra y evitaba que cayera en una espiral de miedos irracionales.

Sin embargo, Stefan sólo le contó la mitad de la historia. Era evidente que alguien había tenido la intención de enviar a Erick una clara advertencia. El presunto ladrón ni siquiera consiguió llegar al hospital antes de encontrar la muerte.

Por eso, cuando Erick resultó herido, Stefan optó por que los médicos visitaran su casa en lugar de arriesgarse a ir al hospital. Temía la posibilidad de que la oposición se entrometiera en el tratamiento de Erick si estaban en el hospital. Parecía más seguro gestionarlo todo dentro de los confines de su propio hogar.

Además, la mansión de la familia Clifford poseía todo el equipo médico necesario, comparable al de cualquier hospital, por lo que no había que preocuparse por la higiene o la falta de recursos.

Stefan envolvió a Raegan en sus brazos, ofreciéndole consuelo. «Míralo de esta manera. Si se están gestando problemas, significa que la persona que está detrás de esto se siente desesperada. Te estás acercando a la verdad».

Raegan sintió que un torbellino de confusión y ansiedad la envolvía. ¿Quién podía estar ocultando a su madre y quién ejercía una influencia tan formidable?

Tras una angustiosa espera, la puerta se abrió y salió el médico.

Raegan se apresuró a avanzar, con el corazón palpitándole de preocupación. «Doctor, ¿cómo está mi hermano? ¿Está en peligro?»

La expresión del médico era seria. «No hay nada crítico. El paciente no ha sufrido ningún daño en los órganos vitales. Es una herida de bala en el hombro izquierdo, y hemos extraído la bala con éxito. Sólo necesita reposo y se recuperará».

Las palabras del médico trajeron un mínimo de alivio a la agitada mente de Raegan.

Al entrar en la habitación, Raegan encontró a Erick aún inconsciente, tendido en la cama.

El ritmo constante de los monitores junto a Erick le proporcionó cierto consuelo, aliviando un poco su ansiedad.

Raegan permaneció a su lado hasta que Stefan entró y le recordó suavemente: «Come algo primero y luego puedes sentarte con él otra hora antes de descansar».

Si a Raegan no le daban un plazo concreto, probablemente se quedaría despierta preocupándose toda la noche. Teniendo en cuenta su embarazo, quedarse despierta y preocupada sólo perjudicaría su salud.

Stefan, sintiendo su inquietud, le tendió una mano tranquilizadora. «Estoy aquí para ti, Raegan. Y hay asistentes las veinticuatro horas del día. Ahora tienes que centrarte en ti, sobre todo porque Erick sigue descansando. No le preocupes cuando se despierte».

Raegan sabía que Stefan velaba por sus intereses, así que asintió, confiando en su guía. Con un suspiro, se levantó de su asiento, sus movimientos lentos por el cansancio, y se dirigió al comedor.

El aroma de la comida no le abrió el apetito, pero sabía que necesitaba comer, sobre todo en su delicado estado de gestación. Con decidido esfuerzo, empujó la comida por el plato, obligándose a consumir lo que podía.

Observó atentamente a Stefan, sentado frente a ella. «Stefan, ¿has pensado más en la mujer que compró la medicina?».

La repentina desaparición de la misteriosa mujer les dejó con más preguntas que respuestas. Su único recurso era seguir sus contactos en busca de alguna pista.

«Se llamaba Jimena», empezó Stefan, con la voz teñida de frustración. «Trabajaba como médico privado para la familia Glyn y aceptaba otros encargos privados».

Obviamente, parecía que las motivaciones de Jimena se inclinaban hacia el lucro, cobrando honorarios exorbitantes por sus servicios.

«Espera, ¿la familia Glyn?» La mención despertó el interés de Raegan, que se inclinó hacia ella. «¿Te refieres a Davey Glyn, el tío de Katie de nuestra boda?».

Stefan asintió solemnemente. «Sí, ese mismo. Davey Glyn».

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