Capítulo 346:

Por la noche, Aurora y Dunn se instalaron en su estudio. Fred echó un vistazo al pasar por la habitación. «Chicos, podéis quedaros aquí, pero dejad la puerta abierta, ¿vale?».

Aurora preguntó: «¿Por qué?».

Dunn asintió comprensivo a su padre. «Entendido, papá».

«Bien.»

Cuando Fred se marchó, Dunn volvió a su portátil. «Tu padre respondió a nuestro último correo electrónico. Sugirió una videollamada contigo».

La cara de Aurora se iluminó de emoción. Se ajustaron los auriculares y, con un par de clics de Dunn, los rasgos familiares de Rafael llenaron la pantalla.

«¡Papá!» exclamó Aurora, con una voz mezcla de alegría y anhelo. El rostro de Rafael mostraba signos de cansancio, pero al ver a su hija, apareció una sonrisa forzada. «Hola, Aurora. Lo siento».

«Papá, ¿por qué estás fuera? ¿No me echas de menos?» La voz de Aurora temblaba ligeramente, sus ojos brillaban con el inicio de las lágrimas. Dunn le tendió un pañuelo justo a tiempo cuando las lágrimas empezaban a derramarse.

«Lo siento mucho, cariño. He tenido que lidiar con algunos problemas inesperados. Ha sido duro».

La voz de Aurora era esperanzadora pero insistente. «¡Entonces ven pronto a casa!»

«Todavía no puedo volver», admitió Rafael con una sonrisa tensa, con el peso de sus problemas económicos presionándole. Tras el fallecimiento de Dalton, su herencia había pasado a su hija menor, que probablemente no ayudaría económicamente a Rafael. Necesitaba asegurar sus propios fondos antes de plantearse regresar.

«Papá, ¿ya no me quieres? ¡Todo el mundo dice que no eres mi verdadero padre! ¿Vas a enviarme de vuelta con el señor Miller?». La voz de Aurora temblaba de vulnerabilidad.

A Rafael le sorprendió su franqueza. Miró a Dunn, que estaba sentada junto a Aurora, y asintió lentamente. «Parece que has oído algo de la verdad».

Dunn intervino: «Sr. Romero, he descubierto que la madre de Aurora y el Sr. Miller se casaron antes de que ella estuviera con usted».

«Sí, así es», reconoció Rafael, con las manos entrelazadas con fuerza, enmascarando su expresión preocupada. «Aurora, tú no eres mi verdadera hija. Tu padre sí es Adrián».

Aunque Aurora se había preparado para esta confirmación, la realidad de las palabras le dolió. Sin embargo, miró a Rafael con determinación. «Papá, siempre serás mi padre. Nunca olvidaré todo lo bueno que has hecho por mí».

Rafael, conmovido por sus palabras, sintió que le invadía una sensación de paz a pesar de las circunstancias.

Entonces, Dunn preguntó con curiosidad: «¿Por qué se divorció la madre de Aurora del Sr. Miller? ¿Fue él cruel con ella?»

Rafael suspiró profundamente. «Los asuntos de adultos son complejos, Dunn». Dunn se lo pensó un momento antes de responder: «Supongo que hay muchas cosas que aún no entiendo». Mostró su smartwatch a Rafael. «Vi algo en el hospital que me confunde. Parece que vuelven a estar juntos. Si todavía se quieren, ¿por qué se separaron en primer lugar?».

Rafael podía ver los tenues contornos de Joelle y Adrian en la pequeña pantalla. Dunn era un chico sencillo, poco propenso a inventarse semejante historia. Al parecer, en su ausencia, Joelle y Adrian se habían reconciliado, posiblemente para proporcionar a los dos niños un entorno familiar estable. Rafael sabía que Joelle había sentido algo por Adrian durante muchos años.

Rafael se rió entre dientes. «Dunn, ¿por qué tanta curiosidad por los asuntos de adultos?»

La mirada de Dunn era seria. «No quiero que Aurora sienta que pierde otra figura paterna».

Al notar la profunda preocupación en la expresión de Dunn, Rafael respondió: «De acuerdo, te lo explicaré. Sólo entiende que a veces los adultos cometen errores».

«De acuerdo».

Rafael procedió a relatar la historia entre Joelle y Adrian, centrándose en los aspectos positivos, como el afecto que Joelle sentía por Adrian desde hacía mucho tiempo y cómo Adrian había acabado reconociendo sus defectos y tratando de rectificarlos.

Más tarde, Joelle recogió a Aurora para ir a casa. Esa noche, Aurora estaba inquieta y apenas dormía. Al día siguiente, durante un anuncio sobre una próxima jornada deportiva para padres e hijos en la guardería, la profesora animó a participar.

Aurora estaba sumida en sus pensamientos hasta que su compañero de clase, Chuck Barker, habló, haciéndola salir de su ensueño. «¡Aurora no puede unirse!»

Aurora, sorprendida y un poco a la defensiva, replicó bruscamente: «¡Chuck Barker! ¿Qué se supone que significa eso? Claro que puedo participar».

Chuck arrugó la nariz, afirmando: «Es obvio, ¿no? No tienes padre».

El rostro de Aurora enrojeció de ira. «¡Tengo un padre!»

«¡Te lo estás inventando! Siempre es tu madre o la niñera quien te recoge. ¡Nunca he visto a tu padre por aquí!»

La voz de Aurora se alzó, desafiante. «¡Yo sí tengo papá!»

«¿Entonces por qué no está aquí? Demuéstralo, haz que te recoja hoy».

La profesora intervino al darse cuenta de que el conflicto iba en aumento. Para calmar la situación, la profesora emparejó a Aurora y Chuck mientras los alumnos salían de clase, con la esperanza de fomentar la paz.

Al ver acercarse a Joelle, Chuck se volvió hacia Aurora con una mueca triunfal. «¿Ves? Te dije que sólo sería tu madre. No tienes padre».

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