Capítulo 295:

El coche se estrelló contra el océano. El mar era peligroso, pero ofrecía una ligera esperanza de supervivencia. Joelle sacó un cuchillo que llevaba encima y cortó las cuerdas que ataban las muñecas de Adrian. El mar era increíblemente profundo y no ofrecía ningún apoyo. Adrian contuvo la respiración y vio cómo Joelle nadaba para liberar sus pies de las cuerdas. Llevar a cabo estas dos tareas casi había agotado toda su energía.

Cuando Joelle respiró, Adrian la abrazó instintivamente y compartió su aire con ella sin pensárselo demasiado. Sus escasas posibilidades de sobrevivir dependían de esos momentos críticos. Ninguno de los dos deseaba encontrar su final. Joelle agarró con fuerza la ropa de Adrian. ¿Se trataba de un beso? Joelle no lo creía, y Adrian estaba de acuerdo. Intercambiaron miradas, cada una reflejando una feroz voluntad de vivir. Pero entonces, Adrian cerró los ojos. Joelle sintió una oleada de miedo.

Desde lejos, Gina observaba la escena en el mar a través de sus prismáticos. Aunque no perecieran por la caída, con una drogada y la otra inconsciente y atada, estaban condenadas a sucumbir finalmente. Creía que su plan había funcionado y que había logrado inculpar a Katie del asesinato. Ahora, nadie podía bloquear su camino.

Justo cuando Gina estaba a punto de comunicar su éxito a Jonathan, un fuerte chapoteo surgió del agua. Adrian y Joelle habían sobrevivido milagrosamente. Adrian sostenía a la exhausta Joelle por la cintura. Antes de que Gina pudiera seguir escrutándolos, una voz severa la detuvo. «¡Manos arriba!»

Reaccionando instintivamente, Gina levantó las manos, haciendo que su teléfono se estrellara contra la cubierta. Se giró y se encontró con agentes de policía apuntándola con sus armas. «Gina Robles, la arrestamos por múltiples cargos, incluyendo robo y asesinato».

«¡No!» Gina retrocedió alarmada. No había nada más que la luz del sol y el mar. No tenía adónde huir.

Por el rabillo del ojo, vio que un bote salvavidas se acercaba a Joelle y Adrian. Los socorristas ayudaron a Joelle a subir a bordo mientras Adrian permanecía en el agua, sosteniéndola. «No puedes hacerme esto. ¿Sabéis para quién trabajo?» Los agentes se mantuvieron firmes. «Puedes contárnoslo todo en comisaría».

Oculta en las sombras, Katie observaba nerviosa cómo escoltaban a Gina fuera del yate. Desvió la mirada y vio que Adrian y Joelle estaban a salvo del mar. El plan se había venido abajo. Su pensamiento inmediato fue huir. Sin embargo, Callan y otros oficiales ya estaban detrás de ella. Con una sonrisa burlona, Callan tocó suavemente a Katie en el hombro.

Katie estaba tan abrumada por la situación que no se dio cuenta de su gesto. «Ejem.» La sutil tos de Callan provocó escalofríos en Katie. Se giró, temblorosa, para ver cómo Callan la miraba con desdén antes de desviar la mirada. «Señor, esta mujer y su madre han estado estafando a la gente bajo el nombre del señor Miller. Han estafado a la gente cientos de millones».

La cara de Katie se quedó sin color y negó frenéticamente las acusaciones. «¡No lo hice! ¡No lo hice!»

«¿No? ¿Conoces a Tristan Watts?» Katie se quedó sin habla. «Tenemos un informe de Tristan que afirma que le estafaste. Tu culpabilidad no la decides tú. Por favor, venga con nosotros para ayudar en nuestra investigación. ¿Y con respecto a la zambullida en el mar de Adrian Miller y Joelle Watson? ¡Has intentado asesinarlos!»

Katie nunca se había enfrentado a acusaciones tan graves. En ese momento se dio cuenta de hasta qué punto Gina la había manipulado. Cuando le colocaron las esposas en las muñecas, Katie pasó junto a Callan con el corazón encogido. Hizo una pausa y preguntó: «¿Adrian nunca confió en mí desde el principio?».

Callan hizo una mueca para sus adentros, pero guardó silencio. Al principio, Adrian había estado dispuesto a dar una segunda oportunidad a Katie y a su madre. Sin embargo, Katie la había desaprovechado. Quincy y su familia habían sido derrotados por completo.

No muy lejos, Joelle estaba sentada en una silla, empapada. El equipo de rescate trajo dos toallas, que Adrian colocó alrededor de Joelle. En ese momento, Joelle no opuso resistencia. Conocía demasiado bien la escalofriante mordedura del mar. Incluso después de ser salvada, su cuerpo seguía temblando de frío. Esta prueba había estado peligrosamente cerca. Un minuto más en aquellas aguas heladas podría haber sido fatal. La respiración artificial que Adrian le había dado era crucial.

Bajo el sol, sus cálidos rayos empezaron a reanimarla lentamente. Miró a Adrián, que estaba empapado, con el pelo sobre la frente y la piel pálida emitiendo un escalofrío. Miraba a lo lejos, sus ojos siempre parecían contener historias jamás contadas. Joelle solía preguntarse qué visiones albergaban aquellos ojos. Ahora seguía sin estar segura. ¿Estaba mirando el mar o el cielo? «Gracias.

Adrian se volvió hacia ella. «¿Todavía tienes frío?»

«Ya no». Joelle le ofreció una toalla relativamente seca. «Tú también deberías secarte. Asegúrate de mantenerte caliente».

«Estoy bien. Sólo cuídate».

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