Capítulo 284:

Al salir del salón de belleza, Katie se subió a un taxi que esperaba junto a la acera. Estaba tan absorta en su teléfono que no se dio cuenta de que el conductor llevaba una máscara y un sombrero bajo. Después de dar su dirección, Katie empezó a enviar selfies a sus amigas. Esos supuestos «amigos» no eran más que un público ante el que presumir.

«Te has desviado de la ruta».

La voz mecánica del GPS sacó a Katie de su distracción. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no estaban en su ruta habitual a casa, y de que la carretera era ominosamente oscura y aparentemente interminable.

«¡Señor, este no es el camino a mi casa!»

El conductor estaba sentado en silencio, como un robot, lo que hizo que Katie entrara en pánico. Justo cuando iba a gritar pidiendo ayuda, el coche se detuvo de repente.

«¿Qué estás haciendo?»

Katie tragó saliva. ¿Estaba a punto de ser asaltada en aquel lugar apartado? Estaba tan concentrada en el conductor que no se dio cuenta de que alguien se acercaba al coche hasta que abrieron bruscamente la puerta y la sacaron por el pelo.

«¡Ah!»

El grito de Katie resonó en la desolada zona. La arrastraron hasta una fábrica abandonada donde se reunieron cinco hombres de negro, con máscaras y gorras. Ni siquiera pudo distinguir cuál de ellos era el conductor.

«¿Qué quieres?» preguntó Katie, invadida por el miedo.

La puerta de hierro oxidado crujió al abrirse. Cuando Katie vio la cara del recién llegado, se quedó callada del susto. «¡Eres tú!»

Gina, sin expresión alguna, hizo una señal a los hombres para que se marcharan, y todos inclinaron la cabeza en señal de respeto.

«¿Qué quieres? No te he hecho nada. ¿Por qué me secuestraste?» Katie gritó.

Gina se mofó, acuclillándose lentamente ante Katie, agarrándola del pelo para levantarle la cara. Con la luz a sus espaldas, el rostro de Gina parecía enmascarado, ocultando su malevolencia. «¿Cuánto dinero te dio Tristan?».

La voz de Katie vaciló, su cuerpo temblaba de miedo. «¿Qué quieres realmente de mí? Por favor, ¡no me mates! Por favor.

Gina la miró atentamente. «Tristan es mi ex-novio».

Katie se sobresaltó, juntando rápidamente las manos. «¡No tenía ni idea! ¡Me engañó! ¡Ese canalla me engañó desde el principio! Nunca tuve la intención de robarte a tu novio!»

«Sí que te engañó», dijo Gina, agarrando firmemente la barbilla de Katie. «¿Pero no lo engañaste tú también?»

Katie estaba a punto de llorar. «¿Qué quieres de mí? ¡Ya he roto con Tristan!»

«¿Cuánto dinero le sacaste?»

«No mucho», dijo Katie, con la voz entrecortada.

Gina no la presionó para que confesara sus mentiras. «Sea cual sea la cantidad, quiero la mitad. Ese dinero debería haber sido mío».

«¿Por qué?» protestó Katie.

De repente, Gina la golpeó en la cara.

Katie estaba demasiado asustada para respirar. Esta mujer, que parecía tan mansa con Joelle, era realmente capaz de tal crueldad.

«¡Yo te lo daré! Tristán sólo me dio un poco de dinero. Te lo daré todo, ¿vale? ¡Sólo déjame ir! ¡Por favor! ¡No quiero morir!»

«¿Sólo un poco de dinero?» Gina se rió entre dientes. «Katie, ¿de verdad crees que soy tan ingenua?»

Katie le dirigió una mirada llena de agravio. Gina le sujetó la barbilla con una mano mientras se alisaba el pelo revuelto con la otra. «No te preocupes. Si cooperas conmigo, no dejaré que te pase nada».

Katie se quedó petrificada. «¿Puedo decir que no?»

¿Por qué debería acceder a las demandas de Gina?

Gina se acercó y susurró: «Sé lo de tu hijo. El hijo de Joelle es en realidad tuyo, ¿no?».

Los ojos de Katie se abrieron de par en par, totalmente sorprendida.

Incluso un conejo atrapado se defendería, y mucho menos ella.

Al oír esto, Katie fulminó a Gina con la mirada. «¿Cómo te enteraste?»

«Eso no es lo que importa», respondió Gina, pellizcando ligeramente la mejilla de Katie. «Lo que importa es, ¿por qué está tu hijo con Joelle?»

Katie giró la cabeza. «¡No lo sé!»

En cuanto las palabras salieron de su boca, se dio cuenta de su error. ¿No acababa de admitir que tenía un hijo?

«¿Un hijo? ¿Qué? ¡No sé de qué estás hablando!»

Gina observó a Katie, una mujer caída en desgracia que aún intentaba mantener su fachada de mujer de la alta sociedad. «Aspiras a casarte con ricos, ¿verdad? ¿Y si todos los pretendientes supieran lo de tu hijo? ¿No arruinaría eso tus posibilidades de casarte con alguien rico?».

«¡Gina Robles!» Los ojos de Katie ardían de furia. «¡Si me arruinas, no te dejaré ir fácilmente!»

«¿Yo, arruinarte? Piénsalo, ¿quién realmente quiere arruinarte?» La voz de Gina era inquietante, resonando en la cabeza de Katie.

«Dejaste a ese niño, sin embargo Joelle terminó adoptándolo. ¿Por qué crees que lo hizo? ¿No has pensado en cómo la has tratado en el pasado? Katie, la verdadera amenaza para ti es Joelle. Está esperando su momento hasta que te cases con Rich. Entonces aparecerá con tu hijo y destrozará tu felicidad por completo».

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